28.2.11


Europa es un barrio de Trípoli 


Los valores que un día inspiraron a la moribunda Unión Europea renacen en el Norte de África de la mano de nuestros nuevos conciudadanos


FOTO: AFP

Muertos, familias rotas e incertidumbre ante el futuro: todo eso están dejando las revueltas en el mundo islámico protagonizadas por aquellos que buscan la democracia. También han dejado a Occidente con las vergüenzas al aire, porque los que están vertiendo su sangre en las calles de Túnez, Bengasi y El Cairo exigen, pese a la sordera y la torpeza occidental, valores que, hasta ahora, se han tenido por típicamente europeos. Cuando parece que Europa está perdiendo esos valores, cuando parece que los ciudadanos europeos han interiorizado que son meros consumidores (por fin hemos asumido la forma en que nos ven la mayoría de nuestros gobernantes) otros ciudadanos ‘europeos’ han surgido en la ribera sur del Mediterráneo. Pese a lo que nos han hecho creer nuestros gobernantes y muchos de nuestros medios de comunicación, en esos países no vivían solo fundamentalistas islámicos y minoritarias aristocracias tan totalitarias como prooccidentales. Allí también viven ciudadanos que consideran que es posible compatibilizar sus costumbres y su cultura con los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Pero lo que se dirime allí pasa asimismo por dotar de significado a la palabra ‘democracia’. La caída de la piedra clave del arco del poder absoluto en esos países ha desencadenado una competencia entre fuerzas de oposición: islamistas, comunistas, liberales… Todos ellos luchan de alguna manera entre sí por llenar de significado de nuevo a un manido significante: ‘democracia’. Es una pelea por lo que Slavoj Zizek (echando mano de un concepto de Lacan) llama ‘point de capiton’: esas suturas o remaches que, en un cojín (el del significante ‘democracia’) hacen que el relleno (el significado que ahora se dirime) no se desplace de un sitio a otro.

Así lo expresa Zizek en ‘Visión de paralaje’ ( Buenos Aires, 2006, Fondo de Cultura Económica, pág. 58): “Imaginémonos una confusa situación de desintegración social en la cual el poder cohesivo de la ideología pierda su eficacia: en una situación así, el Amo es que aquel que inventa un nuevo significante, el famoso ‘quilting point’ (point de capiton) que vuelve a estabilizar la situación y la hace comprensible”.

La inacción de nosotros los europeos (y de la propia Unión Europea) ante lo que está ocurriendo en la orilla sur del Mediterráneo se explica en buena parte porque no comprendemos qué está en juego. No sabemos (en la simpleza de nuestras mentes maleadas por el maniqueísmo y la tele/prensa-basura) quiénes son ‘los buenos’ y quiénes ‘los malos’. Simplemente queremos que nuestro patio trastero esté ordenado y estamos esperando a que surja un Amo que decida qué va a significar la palabra ‘democracia’ en los países que están protagonizando revoluciones.

Una cosa debemos agradecer desde ya a los ciudadanos del norte de África que se han levantado contra sus opresores: nos han mostrado una vez más cómo somos realmente los europeos, es decir, cómo hemos dejado que los valores que un día nos inspiraron hayan sido prostituidos en aras del consumismo desaforado.

La idea de Europa ya estaba maltrecha por las causas (y consecuencias) de la crisis económica. Los ciudadanos de la UE padecemos con una escandalosa indiferencia la dictadura de los mercados financieros que han puesto de rodillas a los representantes políticos y han mostrado hasta qué punto la ciudadanía ha cedido su soberanía a las élites económicas.

Ahora, lo que ocurre en el norte de África es la prueba definitiva que demuestra que el proyecto europeo está agotado por consunción (y no por su 'culminación'). Igual que hubo un 'socialismo real' de rostro atroz, ahora ya conocemos el rostro del 'europeísmo real'. Pero la idea de Europa solo está agotada aquí y no en otros lugares. Si algún día esa idea ha de resucitar en suelo europeo, enderezada hacia los valores de libertad, igualdad y fraternidad, ya no será posible sin el concurso de esos otros ‘europeos’: nuestros conciudadanos de Túnez, Libia, Egipto y otros países que, quizá sin saberlo, se han levantado para salvarse... y para salvarnos.

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21.2.11


Peligro de contagio berlusconiano 


pintada callejera en la que se ve a Berlusconi sobre el letrero: cuidado, gripe B

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15.2.11


Raj-Oy, un nuevo gurú al que seguir a ciegas 



fotomontaje en el que se ve a Rajoy como un gurú hindú

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El gran pecado de España se vende en cajas 


cajas de fruta vacías en la calle, en una de ellas se lee la marca: ENVIDIA

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10.2.11


Sí, es una basura de logotipo 


Este es el logotipo con el que Sortu, la nueva marca electoral de Batasuna, se ha dado a conocer. Al margen de valoraciones políticas, La Fragua quiere saber tu opinión sobre este emblema. ¡Vota nuestra encuesta!




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