5.11.07


FUS!





Hace algunos años, cuando todavía no existían los blogs, un grupo de amigos (Rams, Dani, Galocha, Mariano, Mule...) colaborábamos en un Fanzine llamado FUS.

La Fragua, en buena medida, es heredera de aquello. Y aquello (que se editaba cuando podíamos en fotocopias en blanco y negro grapadas), llegó a tener una página web que duerme en el limbo del ciberespacio deseando ser 'clickada'.

De aquella época es el relato que os reproduzco a continuación. Es largo y contiene algunas cosas que ya se han quedado obsoletas, pero me sigue haciendo gracia:


ELIGE TU PROPIA AVENTURA!!!

Es viernes por la noche y, aunque aún no has bebido nada, has decidido salir a dar una vuelta por Malasaña. Hace frío, pero te has puesto tu vestimenta más trendy, le has pedido la paga a tu madre, y llevas el Abono-transporte en el bolsillo: ¡estás dispuesta/o a todo! (incluso hasta a salir por Malasaña).
Has quedado con tus amigas/os en la Plaza del 2 de Mayo. La luz ambarina de los faroles baña los rostros de la muchedumbre que allí se congrega. Cuando ya llevas media hora esperando, decides abandonar la pose de "yo me crié en las calles", y te relajas. En tu cerebro comienza a tomar forma la idea de buscar a tu gente (la peña, la banda); no vaya a ser que te hayas confundido de punto de encuentro. De pronto tus pies comienzan una carrera de relevos: estás andando.

- Si quieres dar una vuelta por la plaza y escrutar los corrillos de gente, pasa al número 1.
- Si quieres ir a llamar por teléfono, pasa al número 2.
- Si quieres irte a casa, pasa al número 3.

1. Has elegido ir a escrutar los corrillos de gente. Sabia decisión. Seguramente tus amigas/os estén por aquí, te dices. Pero en ese justo momento la maza de un malabarista/tragafuego te golpea secamente en la nuca y caes al suelo. Te despiertas a los diez minutos. Nadie te ha hecho el menor caso, y tú no te puedes levantar del suelo porque te has quedado pegado/a en una gruesa capa de kalimotxo seco. Crees que tu médula ha sido seccionada, lo que en realidad ocurre es que, además, un rastafari se ha sentado en tu espalda mientras estabas inconsciente. Le pides que se levante. Él se levanta refunfuñando, y te dice que el suelo está frío y lleno de kalimotxo. Pero ahora tú sólo oyes el ruido ensordecedor de los bongos que inundan la plaza. Mestizaje, sí, ¡qué cool!. Entonces, un dealer salvador te ofrece ayuda: "¿hash?". Te tiende la mano con la que consigues incorporarte: "¿hash?". Rechazas la gentil oferta, y te pones a meditar qué hacer a continuación.

- En caso de que, ahora sí, decidas ir a llamar por teléfono, pasa al número 2.
- Si decides irte a casa, porque esto no hay quien lo aguante, pasa al número 3.
- Si decides seguir buscando, pasa al número 4.

2. Has decidido "ir" a llamar por teléfono. Entrecomillamos "ir" porque, en realidad, tú no has de "ir" a ningún sitio; reconócelo: tienes móvil. Además tu móvil es de colorines. Es un móvil surfero. Te sientes aliviada/o cuando la pantalla verde de cristal líquido se ilumina como una luciérnaga en una cálida noche de verano. Llamas a casa de un/a amigo/a. Su hermano pequeño te responde, entre jadeos, que no hay nadie en casa. Que sólo están él y el Canal Plus. Cuelgas alarmado/a. ¿Qué haces ahora?

- Si quieres escrutar los corrillos de gente de la plaza, y aún no lo has hecho, pasa al número 1.
- Si decides irte a casa, a ver tú también el Canal Plus, pasa al número 3.
- Si quieres seguir rastreando la zona, porque eres masoca, pasa al número 4.


3. Definitivamente, la noche no es para ti. Has decidido irte a casa. Allí podrás lavarte la cabeza para poder quitarte el kalimotxo reseco del pelo (si hubieses elegido el punto 1 sabrías porqué tienes kalimotxo reseco en la cabeza). Vas andando hacia el intercambiador de transportes de Moncloa. Quedan diez minutos para que salga tu búho, y tú aprietas el paso cuando cruzas por delante del VIPS de Alberto Aguilera. Entonces un grupo de rapados del Frente Atlético te pide que te hagas socio/a del equipo colchonero. Tú dices que antes prefieres que te golpeen repetidamente en la cabeza con un bate de béisbol. Ellos proceden en consecuencia. El guardia jurado del VIPS se suma a la trifulca, llamándote "Vikingo/a de mierda". Cuando, mediante hábiles juegos dialécticos, por fin consigues que los skins empiecen a pegarse entre ellos, sales corriendo hacia tu autobús. Llegas a las inmediaciones de la parada bastante rápido (teniendo en cuenta que sólo te responde la mitad izquierda del cuerpo). Justo cuando vas a subir al autobús el conductor te sonríe (tú crees que ya estás salvado/a), pero cierra la puerta y te deja allí plantado/a. Cuando el autobús ha recorrido veinte metros, frena en seco para recoger a una quinceañera de larga y rubia melena, que viste un cinturón ancho (o minifalda).
Finalmente, decides coger un autobús que pasa relativamente cerca de tu casa. Sólo queda libre alguno de los sitios del fondo. Un grupo de adolescentes hiperhormonados va cantando La cabra la cabra, la puta de la cabra. Uno de ellos, que acaba de vomitar bajo el asiento, apoya la cabeza en tu hombro y se duerme. Decides bajarte en la próxima parada, y te dices que ya llegarás a casa como sea. ¿Qué haces ahora?

- Si quieres volver a la Plaza del 2 de Mayo, porque eres un/a diletante y aún no has escrutado los corrillos de gente, pasa al número 1.
- Si aún no has ido a llamar por teléfono ya va siendo hora. ¿0 es que te crees que se puede llamar a la casa de la gente trabajadora a cualquier hora de la noche? Sois todos unos/as vagos/as. No nos extraña que esta país vaya como va. Pasa al número 2, anda ¡que nos tienes contentos!
- Si quieres volver a Malasaña, e intentar buscar a tus amigos/as de nuevo, allá tú. A nosotros ya ni nos va ni nos viene. Pasa al número 4, pero luego no nos eches la culpa ¿eh?.
- Si por una vez en tu vida decides hacer algo inteligente y, definitivamente, te quieres ir a tu casa, a tu cama, y estar a salvo y calentito/a, pasa al número 5.

4. Has decidido buscar a tus amigos/as por entre las callejuelas de este mítico barrio de Madrid. Piensas que quizá estén en alguno de los locales a los que soléis ir. En tu búsqueda te encuentras con una compañera de clase que, en la Facultad, ni te dirige la palabra. Va con un grupo de gente, y hoy ha decidido darte dos besos e, incluso, hablarte:
-Hola tía/o, ¿qué haces por aquí?
-Ya ves, buscar a una gente, ¿y tú?
-Nada, por aquí y tal.
-Bueno, pues que os divirtáis y esas cosas.
-Chachi, si eso ya nos vemos.
-Vale, hasta luego.
-Venga.

Prosigues tu marcha. Entras en un local, y empiezas a quitarte el jersey porque hace mucho calor dentro. Cuando pasas entre la gente, que se apelotona entre la barra y la pared, alguien te quema con un cigarrillo. Llegas hasta el fondo del garito. Todos los que están allí dejan de hacer como que se están escuchando los unos a los otros y se te quedan mirando inquisitivamente. Esperan para ver qué haces: eres lo primero interesante que les ocurre en toda la noche. Tú aparentas no estar buscando a nadie, pides perdón por existir, y decides ir a hacer un pis. En los aseos no hay picaporte, ni hay puerta, ni hay luz, ni hay papel, ni hay aseos. Así que te vuelves a poner el jersey mientras sales a la calle.
Entonces te sientas en un bordillo, a ver si pasan tus amigos/as. Se te acerca un chico y te pide papel. Tú no tienes papel. Se va. Se te acerca una Erasmus y te pide "píldoras". Tú no tienes "píldoras". Se te acerca un chino y te ofrece "losas". Tú no quieres "losas". Se te acerca una okupa y te pide papel. Tú repites que no tienes papel. Entonces la okupa se sienta a tu lado. Alguien orina en la parte alta de la calle. Un cálido y humeante Serengueti (caudaloso río del africano desierto del Kalahari por el que anualmente cruzan miles de Ñus) serpentea acera abajo, y pasa por debajo de tus piernas. De repente suena un móvil. Quizá sean tus amigos. Piensas que la okupa te va a insultar por estar vendida/o al capital y al neoliberalismo: puede que te estrangule con su pañuelo palestino. Buscas tu móvil; pero entonces ves que es la okupa la que saca un teléfono plateado que, además de sonar, vibra. Lo enciende. Habla con un amigo acerca de ir a escalar. Ella pondrá el costo, el coche, el equipo (se ha comprado un cortavientos de gore-tex que es una pasada: treinta talegos). El chico, por su parte, pagará la habitación doble en el Parador Nacional de Gredos. Pero la okupa no puede ir a escalar el domingo: tiene clase de equitación por la tarde. Mejor el sábado.
Te levantas y te pones a andar. El frío se te mete en los huesos: ¿Qué hacer?

- Si quieres volver a la Plaza del 2 de Mayo para escrutar los corrillos de gente, eres gilipollas. Pasa, por favor, al número 1.
- Si decides ir a llamar por teléfono, pasa al número 2. Pero ya no son horas. A los jóvenes lo que os hace falta es un poquito de mano dura. En nuestros tiempos ni diálogo ni leches. Te cruzaban la cara, y a correr. Y mira, no se vivía tan mal.
- Si todavía no has leído el punto 3 y quieres saber qué pasa en el punto 3, pasa al punto 3 (es más difícil de lo que parece hacer una historia de éstas de Elige tu propia aventura, ahora es cuando empezamos a valorar el trabajo de aquellos visionarios encantadores que, a finales de los ochenta, nos deleitaron con títulos como El gran Rally o El templo de la muerte).
- Si, definitivamente, te quieres ir a tu casa, a tu cama, y estar a salvo y calentito/a, pasa al número 5. Pero piensa que si tienes casa, cama y calefacción, es por tus santos padres, que se desloman para que vivas como un/a rey/reina. Y luego a los hijos no se os puede pedir nada, ni un solo favor. Nunca tenéis tiempo. Desagradecidos.

5. Esperas al pie de la calle a que pase un taxi libre. Uno se detiene junto a ti, pero el taxista te dice que con esa pinta no te lleva. A la media hora encuentras otro taxi. El taxista lleva la Cope a toda leche y no hace más que mirar hacia atrás, para convencerte de lo ladrones que fueron los socialistas. Tú tratas de encontrar el cinturón de seguridad trasero, pero entre los pliegues del asiento hallas de todo, excepto algo parecido a un cinturón. Te alegras de haberte vacunado del tétanos. Por fin llegas a casa, el taxista te cobra mil pelas de más, pero a estas alturas ya todo te da igual. No piensas volver a quedar con tus amigos/as nunca más, así que ¿qué importa si te gastas la paga en taxis?. Cuando finalmente estás en tu casa y entras en tu cuarto, sobre la cama hay una nota de tus padres: "Hijo/a, han llamado tus amigos/as, que al final se iban al cine, que te iban a dejar el mensaje en el móvil" (lo compruebas y en tu móvil hay, en efecto, un mensaje jocosillo, que te advierte, con sobrado tiempo, del cambio de planes). Pero la nota de tus padres sigue un poco todavía: "no te olvides de que mañana por la mañana hay que ir al vivero. Que duermas bien".




4 Comments:

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Po supuetto

By Anonymous Anónimo, at 6 de noviembre de 2007, 2:50  

Se creen que se divierten, Toño, se creen que se divierten...

Carlos.

By Anonymous Anónimo, at 6 de noviembre de 2007, 8:55  

Ahora que eres un "treinta juveniles" ¿cómo lo ves?

By Anonymous Anónimo, at 6 de noviembre de 2007, 11:23  

no, si ya se te veía venir...

By Anonymous Anónimo, at 6 de noviembre de 2007, 12:47  

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