4.3.10


Contra la huelga de hambre 


Hace muchos años, 15, 20, ya no recuerdo, España vivió una movilización sin precedentes en la que se exigía el 0,7 del PIB para ayudar a los países empobrecidos. Un grupo de personas a las que admiro se encerró en la Escuela Sindical Julián Besteiro, de Madrid, y se puso en huelga de hambre. Yo estuve con ellos varias semanas, apoyándoles. Fue mi primer contacto con este método de protesta.

Estos días hemos visto el caso de Orlando Zapata en Cuba. El disidente murió tras una prolongada huelga de hambre. Ahora mismo otro disidente, Guillermo Fariñas, sigue una huelga de hambre con los mismos fines que Zapata. Todos recordamos también el caso de la activista saharaui Aimentu Haidar.

Comparto los objetivos de los huelguistas del 0,7, de los disidentes cubanos y de Aminetu Haidar, pero el medio para lograrlos no puedo compartirlo. La razón es simple: una huelga de hambre es como una inmolación a cámara lenta: como quien se prende fuego, como quien se cuelga un cinturón de explosivos… (eso sí: el huelguista de hambre no pone en peligro la integridad física de otras personas).

Creo que Zapata, Fariñas y Haidar han sido tan vejados, tan torturados y tan maltratados que han visto en esta forma de protesta su única esperanza. De todos nosotros (de nuestro activismo cívico) depende que cambien las condiciones en Cuba y en el Sáhara Occidental y que los que allí luchan no tengan que recurrir a esos métodos.

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3 Comments:

Estoy de acuerdo contigo, pero es que a veces alguien tiene que dejarse morir para que la causa que defiende deje de ser invisible.

By Anonymous Anónimo, at 4 de marzo de 2010, 18:34  

No te olvides de la huelga de hambre de De Juana Chaos.

By Anonymous Nubian Singer, at 5 de marzo de 2010, 23:03  

Es la única manera, para nuestra desgracia, que una buena mayoría hombres y mujeres del mundo hayan podido leer sobre lo que es Cuba. Mientras sucede lo que sucede desde hace años, nadie dice nada. Todos pasan su mirada por la isla como si no vieran. Y qué bella la isla, y qué maravilla los cubanos... pero más nada. Yo tampoco quiero la muerte, en ninguna de sus formas, pero a veces no queda otra. Cuando tu voz no se deja oír, cuando sufres cárcel y tortura, es quizás la única manera de que tu silencio obligado llegue a ser un grito de dolor y desesperación.

By Anonymous Anónimo, at 9 de marzo de 2010, 14:59  

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