20.11.10


Os voy a contar el día en que me puse la zancadilla a mí mismo 


Antes debo poneros en antecedentes sobre cómo me veía a mí mismo en aquel entonces. Un tiempo tan lejano que, empleando la distinción entre Alta Edad Media y Baja Edad Media, lo denominaré como ‘época de la Alta EGB’.

Yo debía tener unos siete u ocho años y me creía popular. Corría mucho y era el último en ser cazado jugando al rescate. Si me cazaban, mi equipo perdía la moral. Es más, cuando yo caía (porque no quedaba nadie más por ser cazado), lo hacía atrapado por una jauría de niños sedientos de sangre.

Vivía aquellos momentos a cámara lenta y con la música de ‘Rocky’ resonando en mis oídos: el héroe del 4º de EGB (Grupo C) no conseguía liberar a sus amigos (que esperaban dados de la mano formando una larga cadena). Caía la última esperanza.

Además, solía ser el delegado de clase y hacía judo (algún día os contaré una historia para judokas). También es verdad que me hicieron falta clases especiales para distinguir la mano izquierda de la mano izquierda. No, esperad…

El caso es que en mi colegio, que se llamaba San Juan Bautista, se jugaba a béisbol sin bate ni nada. Bastaba un balón de voleibol que golpeábamos con el antebrazo. Nos hacíamos unos derrames subcutáneos terribles. Era genial.

Un día soleado, debía de ser otoño, a mi equipo le tocaba recoger el balón. No batear. Si bateas sientes más responsabilidad. Si recoges, la responsabilidad se diluye entre el equipo (el balón le puede caer a cualquiera) y tienes tiempo para fantasear.

Decidí relajarme un poco y darle al coco. Yo estaba maravillado con volar. No sólo por Supermán, también por el programa televisivo Gente Joven, donde salían grupos de baile regional formados por jóvenes, donde los danzarines bailando la jota daban unos saltos enormes con sus alpargatas y zapatos tradicionales. Me fascinaban esos saltos con la punta del pie. Parecía además que los danzantes caían en blando y que no se hacían daño (no como yo cuando lo intentaba descalzo). La cosa me maravillaba hasta tal punto que le dije a mi madre que quería zapatillas de esas para saltar tan alto. Mi madre me respondió que no era calzado especial, que los danzantes eran así de fuertes y ágiles. Aún no me lo he creído del todo.

Yo no estaba todavía al corriente de las investigaciones de Hipatia de Alejandría ni de cómo funcionar la Ley de la Gravedad ni sabía nada de mecánica elemental. Colocado en mi lugar del patio, entre los miembros de mi equipo, mientras esperaba a que batearan los rivales, empecé a saltar hacia arriba en plan calentamiento futbolístico.

Una tempestad de pensamientos vino a mi mente. La jota aragonesa de Gente Joven, volar, el judo, sus zancadillas y sus ‘osotogari’ y pensé. “Como estaré ‘despegado’ del suelo, aunque me haga la zancadilla la fuerza de una pierna quedará anulada por la resistencia de la otra, ambas libres en el aire”.

Así que en un salto algo mayor que el resto desplacé violentamente mi pierna derecha por detrás de la izquierda. Fue una zancadilla trasera. Un barrido limpio de atrás hacia delante.

Roté 90 grados en el acto y me pegué una costalada con cabezazo incluido que desató la alarma de mis compañeros. Nadie sabía muy bien qué me había pasado y yo tampoco podía explicarlo. Ocultando el dolor, solo pude poner cara de incredulidad (imitando la de mis congéneres). Como si fuera otro el que se había caído inopinadamente.

Ya lo sabéis. Si algún día sospecháis que alguien os está poniendo la zancadilla (aunque sea metafóricamente) pensad en que yo me la puse a mí mismo. Y duele.




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Si te gusta leer cómo he hecho el ridículo en mi vida, aquí tienes otro ejemplo memorable. El día que me vieron el culo en la mítica coctelería Chicote.

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14 Comments:

Coño, años leyéndote, a ver si ahora va a resultar que íbamos al mismo colegio.. ¿San Juan Bautista de Pozuelo?. Porque allí hacíamos beisbol de balón de volley...

Por cierto, 8-9 años es más 3º que 4º.

By Anonymous Anónimo, at 20 de noviembre de 2010, 22:02  

En efecto. Con la señorita Fuensanta. :-)

By Blogger Unknown, at 20 de noviembre de 2010, 23:06  

Que fuerte!! el segundo y el tercer párrafo es como si lo hubieras rescatado de mis recuerdos. Jugábamos a lo mismo, y era yo esa "heroína"... que debía salvar a todos, pero recuerdo uno especialmente que jugamos casi todo el colegio y había una enorme cadena de gente esperando a ser salvada por mi y el resto del patio surcado por gente esperando pillarme cuando saliera de "casa", y era esa la sintonía!!! "Eye of the tiger"... Resumen: lo hice, me esquivé a todos, llegué a tocar la mano de la cadena y me metí un batacazo digno de tal hazaña, eso si, mi popularidad subió, como si en twitter hubiese conseguido 100 followers de golpe.

Que bonito recuerdo me acabas de traer. :-)

By Anonymous virgula, at 21 de noviembre de 2010, 12:38  

Toño, vengo en el tren (ese de los egos del EBE que decías, jejeje) y me troncho de risa. Casi lloro... ¡Qué fuerte!

Virgula, recuerdo cómo lo contaron en tu boda. :)

By Anonymous Rosa J.C., at 21 de noviembre de 2010, 15:01  

No he podido parar de reir, me lo ha recomendado una amiga porque ayer no hacía más que contarle mis idas de pinza cada vez más importantes, sin duda eres de los mios, me ha encantado visualizar la hostia padre que debiste darte.

Un besín.

By Blogger Ana, at 21 de noviembre de 2010, 16:00  

Es la primera vez que te leo... pero te voy a seguir, me encanta con la sencillez que escribes, enhorabuena

By Blogger Musicalera, at 21 de noviembre de 2010, 18:33  

Este post me recuerda cuando mi abuela me decía "cuando sesarás hijo mío, todo el día en las nubes".

By Anonymous Javier, at 21 de noviembre de 2010, 21:26  

no he podido evitar reírme a carcajadas... aunque por otro lado te compadezco en ese momento...
me quedo por aquí....

y si quieres echar un vistazo a mi mundo:
http://ilustrakatiuska.blogspot.com/

saludos!

By Blogger Ilustra Katiuska, at 22 de noviembre de 2010, 16:56  

Ana, Musicalera, Javier, ilustra katiuska, muchas gracias por comentar en La Fragua. En cuanto tenga un rato me miro vuestros lares cibernéticos

By Blogger Unknown, at 22 de noviembre de 2010, 20:15  

Ayer lo leí y no me reí.

Esta mañana estaba desayunando y me vino como un mensaje emergente de estética manga contigo en el centro tipo aurresku estático y llevo toda la mañana riéndome por los rincones.

Mme. Discordia

By Anonymous Anónimo, at 24 de noviembre de 2010, 12:57  

http://qbuscabas.blogspot.com/ El lugar donde consultar tus ideas, pedir consejos y planes, hacer sugerencias... todo lo que TÚ QUIERAS!

By Anonymous Anónimo, at 24 de noviembre de 2010, 18:33  

Eejejejejee mira yo te voy a contar que a mi primera bici bh de paseo le puse "pegatas" de botones y hablaba con ella como si fuera el coche fantástico...daba al botón y decía ( mentalmente ) ahora saltar bordillo :)

By Blogger NÚRIA, at 29 de noviembre de 2010, 19:39  

Toño, me encanta cómo está escrito y el sentido metafórico del relato y del titular; evidentemente, sí, somos nosotros mismos los que nos traicionamos y nos metemeos en camisa de once varas muchísimas veces.
Besitos desde Alacant

By Blogger ALMUDENA AGULLÓ, at 1 de diciembre de 2010, 13:23  

¡Me meo que te cagas!

buenísimo. Gracias.

By Anonymous sicalipsis, at 12 de diciembre de 2010, 18:39  

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