31.7.17

Esto es todo lo que sabes 

No crees en Dios, ni en la Razón, ni en la Ley.
Tampoco en el Lenguaje, el Padre,
ni en ninguno de los rostros de lo Absoluto.

Reniegas de la causa, del tiempo y del efecto.

No crees ningún relato,
ni Historia ni Ciencia
ni Amor ni Progreso.

Sospechas del cambio
y del perdón de los pecados,
porque tampoco en ellos crees.

Tus ojos ven solo palabras,
pero adivinan aquello que se afana
en la espalda de cada palabra.

No crees en la Humanidad.

Recelas de la actualidad y de la gramática
Encuentras misteriosamente convencional el placer,
al igual que el espacio.

No destruyes
porque la destrucción es una forma de fe.
No construyes
por la misma razón.

Desertas de la idea de felicidad,
pero recurres a la alegría como a un placebo.
Dudas incluso de la muerte y su valor.

En la unidad tampoco crees
ni en la identidad
ni en la presunta permanencia del yo.

El concepto de límite te parece propaganda,
aunque sea cierto que en el mar intuyes un mensaje.

En la enfermedad no militas
y todavía menos en la salud.
Reniegas del bien, del mal y de la culpa,
pero dejas que la culpa te guíe.

No crees en ti ni en nadie

Esto es todo lo que te queda:

La mirada de un perro
El agua inmóvil
Y ese algo virgen que, una vez violado,
llamamos música

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