Este domingo muchos votantes tuvimos que elegir entre lo malo y lo peor,
porque ningún partido político de izquierdas, en España, está cerca del
ideal. Estamos acostumbrados, los votantes de izquierdas, a tener que
elegir entre lo malo y lo peor: es hora de exigir a nuestros políticos
de izquierdas que hagan lo mismo y que lo hagan por nosotros (si de
verdad tanto les importamos). Lo malo es un Gobierno del PSOE con el apoyo de Podemos y Ciudadanos. Lo peor es cuatro años más del PP.
Ya no vale el argumento de que un Gobierno liderado por el PSOE será
igual que uno liderado por el PP, de que las políticas serán las mismas.
En caso de que el PSOE llegara a gobernar, con el apoyo de Podemos y
Ciudadanos, lo haría obligado a un intenso diálogo y a la búsqueda de
consensos alambicados: no cabría esperar nuevas salvajadas como la
reforma del 135 o la asunción cerril de los memorándums de la troika.
Es impensable que un partido político, salvo Podemos, se deje hacer un documental como Política, manual de instrucciones.
En él no todo está medido al milímetro y se muestra una naturalidad que
no parece impostada. En las casi dos horas que dura, quedan patentes
algunas realidades que, desde fuera, sólo se podían intuir. La primera
es la de que el auténtico cerebro pensante, el estratega del partido
(por usar un término de militar) es Íñigo Errejón. Él es que tiene el
campo de batalla en la mente y el que coordina los movimientos sobre el
tablero. Iglesias es el bailarín; Errejón, el coreógrafo.
Lo último que deseamos es que el PP vuelva a gobernar. No queremos votar
en blanco ni quedarnos en casa (eso favorecería a la derecha); pero nos hemos quedado sin candidato de izquierdas. O mejor: nos han dejado sin candidato. Nosotros no podemos. No podemos votar al PSOE,
un partido que ha traicionado demasiadas veces su palabra; ha asumido
el relato de la derecha (su mismo diagnóstico de la situación económica)
y acaba de dejar en bandeja al PP una mayoría de bloqueo en el Senado
que hará difícil una muy necesaria reforma constitucional.
Quien pisa un chicle no camina cómodo. A cada paso la goma de mascar se
va pegando por los adoquines, ralentiza la marcha e incluso obliga al
caminante a intentar despegarla con un palo, o con lo que haya a mano.
Si en España a día de hoy sigue gobernando Rajoy, y si tiene más
posibilidades de repetir como presidente del Gobierno hay que agradecérselo
en buena medida al pegajoso chicle del nacionalismo catalán y a la
ineptitud de los grandes partidos alternativos al PP, especialmente de
Podemos. ¿Podían haber hecho algo más para evitar un nuevo Gobierno del PP?
La respuesta es fácil: sí. Podían haber borrado la línea roja del
debate territorial y volverla a pintar dentro de dos años. Y, en ese
plazo, dar prioridad a los parados, los jubilados, los dependientes, los
precarios, etcétera.
Sánchez, Iglesias y Rivera están jugando con fuego (y no lo saben)
¿Son conscientes nuestros líderes políticos de que están jugando con
fuego? No lo parece, a juzgar por lo exultantes que se pasean por el
Congreso, y cómo zanganean de micrófono en micrófono y de tele en tele,
encantados de haberse conocido. La tranquilidad relativa que hasta ahora
hemos vivido en las calles, incluso en los períodos de máxima
movilización social, puede perderse si los ciudadanos perciben que su voto no vale para nada.
Nuestros líderes políticos, todos ellos, tienen una enorme
responsabilidad si se vuelven a convocar elecciones y, de nuevo,
fracasan en el intento de formar un gobierno de cambio: cuando la vía electoral se muestra como una vía muerta, el extremismo y la frustración se alían para incendiar la calle.
Fue a mediados de los años ochenta cuando, por primera vez, sentí la
necesidad de tener una prenda de vestir de una marca determinada: era
una camiseta azul con la palabra y el logotipo de Nike perfilados en una
fina línea blanca. No podía ser más simple. Se la había visto a algunos
compañeros de clase y yo quería la misma. Necesitaba ese símbolo sobre
mi pecho para molar tanto como ellos. Abruma recordar hasta qué punto llevar una u otra prenda de vestir podía suponer un retroceso en la jerarquía de los compañeros de clase o de los amigos del barrio. Luego llegaron las zapatillas Karhu, el plumífero bicolor marca Rock Neige y de ahí… boom: caí, como casi todos, en el marquismo.
Un marquismo del que, me temo, nunca terminamos de desembarazarnos del
todo. Ni siquiera los que pasan por ser íntegros militantes anticapitalistas.
En España hay tantas izquierdas como personas que se dicen de izquierdas. Quizá de ahí provenga la ya crónica dificultad de los partidos políticos progresistas para ponerse de acuerdo y formar Gobierno. Incluso la palabra progresista, que acabo de emplear, es para mucha gente un calificativo de derechas. Un progre, para ciertos izquierdistas, es alguien burgués,
porque abrazando la idea de progreso o de reforma, se rechaza la de
revolución. Es muy difícil llegar a un consenso sobre qué es ser de
izquierdas y, a menudo, esa dificultad tiene como resultado que gobierne
(o siga gobernando, como es el caso) la que, sin lugar a dudas, es la
derecha.
Iban a acabar con el bipartidismo pero, a fuerza de darse la espalda
Iglesias y Rivera, Podemos se perfila como muleta del PSOE y Ciudadanos
como muleta del PSOE y del PP. Una alta traición a sus votantes
que, si algo querían, era el fin del bipartidismo (es decir: que no
tenga que haber forzosamente un presidente del PSOE o uno del PP).
La derecha y el extremo centro no se cansarán de hacer todo
tipo de piruetas dialécticas y acusaciones (con y sin fundamento) para
desacreditar a Podemos. Que si Irán, Venezuela, Putin, ETA, la Antiespaña…
Lo que haga falta. Y esto es sólo el principio. Tomen ustedes el
ejemplo de la campaña desordenada pero constante que viene sufriendo por
parte de la Inquisición mediática Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid,
y multiplíquenla por la cifra que quieran (siempre mayor que cero y
uno). No es ninguna sorpresa: esos medios hacen lo acostumbrado.
Necesitan que los suyos recuperen cuanto antes el mínimo poder que, de
momento, han perdido. Pero la verdadera amenaza que, a mi juicio, se
cierne sobre Podemos no es la que proyectan esas manidas acusaciones
citadas más arriba.
Quedan poco más de dos meses para las elecciones generales y me sucede
algo que nunca hubiera imaginado después de estos cuatro años de crisis
inhumana y de políticas nefastas. Pensaba que a estas alturas iba a
tenerlo todo muy claro y resulta que no: es desesperante pero no sé a quién votar.
Porque el hecho es que la izquierda no ha sabido generar una
alternativa esperanzadora y, me temo que, como yo, mucha otra gente está
desorientada.
¿Por qué busco las cosquillas al discurso con el que Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, culminó la llamada Marcha del cambio el pasado 31 de enero en Madrid? Porque me importa mucho más lo que diga él que los líderes del bipartidismo.
Porque, al igual que cientos de miles de ciudadanos, espero mucho más
de él. Pues bien, Iglesias a mi juicio tuvo sólo algún acierto y una cascada de errores. No sé quién le escribió el discurso o si fue un trabajo en equipo. Puedo decir con pena y preocupación que me decepcionó profundamente y que confirmó algunos de mis peores temores. Empiezo...
Transcripción del discurso de Pablo Iglesias en la Puerta del Sol #MarchaDelCambio
Llevo unos días buscando la transcripción del discurso de Pablo Iglesias el 31 de enero de 2015 en la Puerta del Sol de Madrid, con el que culminó la llamada 'Marcha del cambio' organizada por Podemos. Como no he logrado encontrar ninguna transcripción completa, he dedicado un par de horas a hacerla yo, a partir de esta grabación en vídeo, para que quien quiera disfrute, se escandalice, se ilusione, discrepe, se aterre o permanezca indiferente ante sus palabras. O simplemente decida no leerlas. Personalmente me parece un discurso desafortunado en las formas y en algunas ideas de fondo, pero eso lo explico en otro lugar.
Antes, pego aquí la nube de los conceptos más empleados en el discurso. La he elaborado con Wordle:
Discurso de Pablo Iglesias Turrión, Secretario General de Podemos (pronunciado en la Puerta del Sol de Madrid el 31 de enero de 2015)
“Qué bonito es ver a la gente haciendo historia. Es emocionante ver a un pueblo sonreír en la puerta del Sol. Un pueblo con voz de gigante que pide cambio, justicia social y democracia. Veo aquí gente digna. Veo aquí la esperanza de construir entre todos un futuro mejor. Veo aquí soñadores. Bona tarda. Arratsaldeon. Boas tardes. Bienvenidos a Madrid.
Hay que soñar, pero soñamos tomándonos muy en serio nuestros sueños. La Puerta del Sol, otra vez símbolo de futuro, de cambio, de dignidad y de valor. 2 de mayo de 1808, no fueron los reyes ni los generales ni los brillantes regimientos del Palacio Real los que se opusieron a la invasión. Fue el pueblo de Madrid, ese que hoy está en la calle con nosotros, el que compró con sacrificio la dignidad frente a una invasión intolerable. Fueron los de siempre, los de abajo, los humildes, los que se enfrentaron a la vergüenza y la cobardía de unos gobernantes que sólo defendían sus privilegios sin importarles nada más. Esa gente valiente y humilde está en nuestro ADN y estamos orgullosos.
Más de 100 años después, mirando al balcón que está debajo de ese reloj, hubo gentes que soñaron una España moderna y democrática en la que no hubiera diferencias entre hombres y mujeres. En la que todos los niños tuvieran una escuela pública a la que ir. En la que la oscuridad y la ignorancia fueran sustituidas para siempre por la justicia social y el progreso. Esa gente valiente está en nuestro ADN y estamos orgullosos.
Esta Puerta del Sol vio a esas gentes valientes, humildes. Los de abajo. Los que siempre salieron a defender la democracia y la justicia cuando el totalitarismo y el terror se cernieron sobre nuestro país. Esa gente valiente está en nuestro ADN y estamos orgullosos.
Cuando no había libertades, esta Puerta del Sol vio a jóvenes estudiantes y trabajadores jugárselo todo por la dignidad de nuestro país. Estamos orgullosos de esa gente. Esta Puerta del Sol vio la recuperación de las libertades y aquel 15 de mayo vio a millares de jóvenes gritar ‘no nos representan’, ‘queremos democracia’. Esa gente valiente está aquí ahora. Vosotros sois la fuerza del cambio. Gracias por estar aquí.
Hoy en esta Puerta del Sol soñamos. Pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Hoy soñamos un país mejor. Pero no hemos llenado la Puerta del Sol para soñar, sino para hacer nuestros sueños realidad en 2015. Los sueños hay que empujarlos. Y este año vamos a trabajar para que el cambio político llegue. Este año comenzamos algo nuevo. Este año es el año del cambio y vamos a ganar las elecciones al Partido Popular.
Hay que soñar y nosotros soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Atenas, Europa, enero de 2015, año del cambio. ‘Fisái i ánemos dimokratikís alayís stin Evropi’ [En Griego] (el viento del cambio empieza a soplar en Europa). Menos de una semana de nuevo Gobierno en Grecia: electricidad gratuita para 300.000 familias que no la podían pagar; suspensión de los procesos de privatización en puertos, de la compañía de electricidad y de 14 aeropuertos. Recuperación de la cobertura sanitaria para todos os ciudadanos. Reconocimiento de la nacionalidad griega todos los niños independientemente del color de su piel, readmisión de maestros despedidos, retirada inmediata de las alambradas que separaban al Parlamento de la gente. Y además, un primer ministro que no necesita jurar con corbata y cuyo primer acto simbólico es homenajear a los héroes de la Resistencia frente a la ocupación alemana. ¿Quién decía que no se puede? ¿Quién decía que un Gobierno no puede cambiar cosas? Hoy Grecia tiene un Gobierno del cambio. Hoy los Gobiernos italiano y francés reconocen que hay que poner límites a Merkel. A lo mejor es ella la que se queda aislada en Europa. En Grecia han perdido sus delegados. Ha perdido el delegado Samarás y ha perdido el delegado Rajoy que fue a Atenas a apoyar al Gobierno del fracaso. En Grecia, por fin, ha ganado el pueblo griego.
Soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. En Grecia se ha hecho más en seis días que lo que hicieron muchos Gobiernos en años. Yo sé que tendrán que afrontar dificultades. Yo sé que gobernar es difícil. Pero los que sueñan seriamente pueden cambiar cosas y hoy en Grecia hay un Gobierno serio, un Gobierno responsable, un Gobierno que trabaja para su pueblo. Muchos quieren vincular el destino de Podemos al destino del Gobierno griego. Apoyamos a nuestros hermanos, pero nadie hizo sus deberes por ellos y nadie hará los deberes de los españoles. A los ciudadanos españoles nos toca ahora ser protagonistas de nuestra historia y vamos a soñar, pero creyendo seriamente en nuestros sueños.
¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado en este país? Esta situación de humillación y empobrecimiento no se explica sólo porque haya gobernado mala gente, no se explica porque sean negligentes, el problema es un modelo de país que ha puesto a trabajar al Estado contra la sociedad, una minoría que engordaba sus cuentas mientras que la minoría veía cómo las suyas adelgazaban, eso es la corrupción; robar las instituciones a la gente. La corrupción no son sólo sinvergüenzas que meten la mano en la caja, corrupción es que un 1% de ricos posea lo mismo que el 70% de la población, desde que empezó la crisis hay un 27% más de ricos exactamente el mismo porcentaje que españoles en riesgo de pobreza. Las personas atendidas por Cáritas han aumentado un 30% desde el inicio de la crisis. El mismo porcentaje que ha aumentado la venta de coches de lujo. ¡Eso es corrupción!
Las políticas del señor Rajoy no crean empleo, reparten miseria, empleos temporales y precarios por sueldos indignos, ¿esa es su recuperación?, ¿esa es su recuperación? El Comité Europeo de Derechos Sociales acaba de denunciar que el salario mínimo español no garantiza la vida digna. Casi ocho millones de trabajadores ganan por debajo de los mil euros o mucho menos ¿ésa es su recuperación? A ellos les tenemos que sumar cientos de miles de autónomos y de falsos autónomos, de pequeños comerciantes y de empresarios que hacen malabares para llegar a fin de mes. Son los defensores del totalitarismo de los recortes y la austeridad los que están rompiendo España. Ellos son los que rompen el consenso. Ellos son los antisistema. Los recortes y política de austeridad están dividiendo a nuestro país en dos: los que se han beneficiado y los que están peor que antes, los de arriba y los de abajo.
Durante mucho tiempo nos hicieron creer en mentiras, nos hicieron creer esa mentira según la cual las cosas funcionan si a los más ricos les va muy bien. Si a los ricos les va bien, a todos nos irá bien. Si los ricos están contentos y se les deja corretear a su aire la sociedad avanza y todos nos beneficiamos, ¡es mentira!, es un cuento que se ha transformado en pesadilla, pero ahora vamos a recuperar nuestro derecho a soñar a construir juntos un país mejor, un país para la gente. Sólo cuando los de abajo quieren y los de arriba no pueden se abre la posibilidad del cambio. Al cambio los de arriba lo llaman experimento y caos. Los de abajo lo llamamos democracia. ¿Qué es la democracia? La democracia es la posibilidad de cambiar lo que no funciona y lo que han hecho los gobiernos de este país no ha funcionado. Hoy no estamos aquí para protestar, estamos aquí porque sabemos que el momento es ahora. De que seamos capaces de aprovechar este momento depende lo que le va a ocurrir a una generación entera, a nuestros hijos e hijas, a nuestros mayores, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros jóvenes, a nuestro país. A todos ellos les debemos un país y un futuro mejor. Y por eso estamos aquí: no para protestar.
Soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. La tarea que tenemos delante la van a llevar a cabo los españoles que quieren cambio. Los españoles que quieren un país mejor, y soñamos sí, pero soñamos seriamente con un país donde los que se han visto obligados a irse puedan sacar un billete de vuelta, un país donde los que quieren sacar proyectos adelante puedan hacerlo sin tener que depender de los bancos. Un país donde acceder a una vivienda no se convierta en un calvario de por vida. Un país donde no se cobren sueldos de miseria, un país donde existan políticas que vacunen contra la exclusión y la pobreza. Hoy decimos a esos aristócratas arrogantes, a esa casta que insulta y miente: la libertad y la igualdad triunfarán.
Soñamos; pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. ¿De qué hablamos cuando soñamos con un cambio? Queremos un cambio que garantice las pensiones de los mayores, que se partieron la espalda trabajando. Queremos un cambio que potencie nuestras pymes y sirva para engrasar nuestro tejido empresarial, queremos que nuestra inversión en I+D+I se equipare a la media europea, queremos apostar por la industria innovadora, por la soberanía tecnológica, por la soberanía alimentaria y energética, queremos un cambio que abra la puerta a la economía verde para salir de un modelo del ladrillo improductivo, inestable y precario, que sólo produce precarios y autónomos asfixiados. Queremos un cambio en el modelo energético que no despilfarre, que apueste por las renovables y acabe con los monopolios.
Queremos un cambio en el mercado laboral para producir y competir mejor, en lugar de abaratar el despido y bajar los salarios. Queremos un cambio que ponga en orden las cuentas, saber en qué y cómo gastamos, hay que afrontar una batalla sin cuartel contra el fraude fiscal. Hacerlo es garantizar los derechos para todas las personas.
Soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Y soñamos con un país donde nadie se quede fuera. Donde cualquiera pueda calentarse en invierno. Donde no haya una sola familia sin techo donde pasar la noche. Nunca más un país sin su gente. Por eso es necesario desplegar un plan de rescate ciudadano que ponga todo su empeño en parar la sangría y la asfixia que impide la recuperación. Hay que destinar recursos de urgencia nacional a aquellos sectores más vulnerables y excluidos. Hay que hacer caso a los premios Nobel y reestructurar la deuda. Esta reestructuración tiene que rigurosa, solvente y honesta. Tiene que ser acorde con la cuarta economía del euro como es España. Lo que está en juego hoy en Europa y en España es la propia democracia. Y frente al totalitarismo financiero nosotros estamos con la democracia.
Hace unos días se reunían en el Foro de Davos los grandes inversores mundiales. 1.700 jets privados llegaron para discutir del cambio climático. Hay que recordarles que la soberanía europea no está en Davos, no está en el Bundesbank, no está en la Troika, no es de Merkel. La soberanía europea es de los ciudadanos. Basta ya de secuestra la soberanía, basta ya de Gobiernos cobardes que no defienden a sus pueblos.
Soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Y hoy soñamos con una Europa de los ciudadanos. No de los mercaderes y los bancos. Una Europa de la gente y de los pueblos. Permitidme que salude a unos cuantos soñadores. Esos jóvenes que llenaron las plazas de mayo, esos ciudadanos ejemplares que pararon desahucios con sus cuerpos jugándose la libertad. Esos héroes y heroínas de las batas blancas que defendieron el derecho a la salud y el trabajo digno para los profesionales sanitarios. Esos enfermos de hepatitis que tuvieron que ocupar hospitales para reivindicar su derecho a vivir. Esa marea verde que nos recordó que no hay democracia sin una educación pública de calidad. Esa clase obrera valiente, trabajadores de AENA, trabajadores de Coca-Cola: sois un ejemplo. Esos abuelos y abuelas incansables a los que llaman ‘yayoflautas’, que defendiendo su dignidad defienden la de sus hijos y la de sus nietos. Esos millares de jóvenes exiliados que nos están viendo por ‘streaming’: os prometo que construiremos un país para que podáis volver. Esas mujeres que tuvieron que recordar que nadie tiene el derecho a decidir sobre sus cuerpos. Esos estafados por las preferentes que señalaron cómo los ladrones más peligrosos usan gomina y corbata. Esos estudiantes que fueron la vanguardia de la comunidad universitaria. Esos trabajadores migrantes, nadie tiene derecho a llamaros extranjeros en España. Gracias. Gracias a todos por ser ese movimiento popular sin el cual el cambio no será posible en nuestro país.
Soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Algunos dicen que España es una marca. Creen que todo se puede comprar y vender. Nosotros amamos a nuestro país, que hunde sus raíces en una historia de lucha por la dignidad. Los que creen que todo se puede comprar y vender querían convertir a aquel caballero de triste figura en una marca. En márketing. Malditos sean aquellos que quieren convertir nuestra cultura en mercancías.
Decía Antonio Machado, a través de su Juan de Mairena, que aquel hidalgo loco era un ejemplo; un ejemplo de nobleza y valor frente a la injusticia, decía que a veces hacen falta locos dignos que se enfrenten a los poderosos, hacen falta soñadores valientes que sepan soñar un mundo mejor y que se atrevan a llamar a las cosas por su nombre. Hacen falta soñadores que se atrevan a defender a los de abajo, que se atrevan a enfrentarse a los de arriba. Hacen falta Quijotes. Estamos orgullosos de ese soñador a caballo, de ese español universal. No permitamos que los traidores conviertan al Quijote en una marca, no permitamos que compren y vendan la dignidad y la belleza, no permitamos que compren y vendan las sonrisas, el derecho de nuestra gente a sonreír no se vende, el derecho a tener escuelas y hospitales no se vende, la soberanía no se vende.
Nuestra patria no es una marca, nuestra patria es la gente. Han querido humillar a nuestro país con esa estafa que llaman austeridad. Nunca más España sin sus gentes, nunca más España como marca para que hagan negocios los ricos. No somos una marca, somos un país de ciudadanos, soñamos como don Quijote, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Y hoy decimos patria con orgullo y decimos que la patria no es un pin en la solapa, no es una pulsera. La patria es esa comunidad que asegura que se protege a todos los ciudadanos, que respeta la diversidad nacionalidad, que asegura que todos los niños, sea cual sea el color de su piel, van limpios y calzados a una escuela pública, la patria es esa comunidad que asegura que a los enfermos se les atiende en los mejores hospitales con los mejores medicamentos. La patria es esa comunidad que nos permite soñar un país mejor, pero creyendo seriamente en nuestros sueños. Madrid, Europa, 31 de enero de 2015, año del cambio. Podemos soñar, podemos vencer”.
Reconozco que me descolocó (bueno, me indignó más bien) aquel vídeo de hace meses en el que Pablo Iglesias hablaba de ‘gentuza’ para referirse a personas excluidas y donde justificaba la violencia para responder a un hurto. Luego dijo que fue ironía, pero tampoco me tranquilizó del todo la explicación que dio después en su blog (como tampoco me tranquiliza que un político no sepa manejar la ironía en cuestiones tan graves). Desde entonces, aunque le dé la razón a Iglesias en muchos argumentos (en incluso lo jalee para mis adentros) no dejo de pensar en lo de la ‘gentuza’.
¿Votante de izquierdas en Madrid? ¡Susto o muerte!
¿Quién necesita hacer paracaidismo o ‘puenting’ pudiendo practicar el
mayor deporte de riesgo que existe?: ser votante de izquierdas en
Madrid. En los últimos 75 años, en el Ayuntamiento de la capital sólo ha gobernado la izquierda (bueno, el PSOE) durante una década:
Tierno Galván, (de 1979 a 1986) y Juan Barranco (de 1986 a 1989). El
resto ha sido gestión de la derecha franquista, del centro-derecha de
Rodríguez Sahagún y de la derecha a secas de Álvarez del Manzano,
Gallardón y Botella.
En el PP está de moda acusar a Podemos de ‘populista’. Es curioso que el diccionario de la RAE se limita a definir esta palabra como ‘perteneciente o relativo al pueblo’. En el uso frecuente, sin embargo, ‘populistas’ son aquellas medidas o declaraciones políticas que buscan ganar la simpatía del ‘pueblo’. Cuando en España se emplea esta palabra se suele connotar negativamente y, por parte de la derecha, se pone como ejemplo de políticos populistas a los líderes de la izquierda en Latinoamérica. La acusación de ‘populismo’ suele ir acompañada de la de ‘demagogia’ que, según la RAE, es la “práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular”. Pero ¿acaso no quieren todos los políticos ganarse el favor popular?
La vida de Belén Esteban, sus opiniones, vivencias y peripecias, ha sido durante años la columna vertebral de toda una cadena de televisión (Telecinco) y de muchos medios impresos. Ocurre a veces que una persona se convierte en un filón, una mina de oro para los medios que, sedientos de contenidos, acaban convirtiendo en un personaje a ese ser humano que un día tuvo a bien participar en un programa.