La Fragua

ETA y las fisuras del Estado

(OPINIÓN) Desde la llegada de la democracia, el objetivo de ETA ha sido la destrucción del Estado español emanado de la Constitución de 1978, como vía para obtener la independencia.

Ese Estado siempre se ha visto sometido a tensiones. La mayoría suscitadas por ETA, otras por los nacionalismos democráticos periféricos (algunas de esas tensiones basadas en la mala fe), y otras surgidas por el nacionalismo españolista (de los que confunden lo castellano con lo español).

Parte de los fracasos del Estado autonómico se deben también al Gobierno de Felipe González, que no puso los medios (culturales, educativos y de información) necesarios para que todos los españoles sintieran como propias las cuatro lenguas de España, las identidades de los pueblos que la conforman, etcétera.

Ese Estado autonómico, no obstante, también ha sido la organización política con la que más prosperidad, estabilidad y paz ha conseguido nunca España.

Pues bien, por primera vez en su historia, ETA está consiguiendo que los goznes de ese Estado chirríen a base de bien. Y el PP está encantado con ello, porque así -piensa- se debilita el PSOE. El PP confunde al PSOE con el Estado.

Hasta ahora, con polémicas como la del Estatut de Cataluña, o del matrimonio homosexual, el PP venía alarmando con la desmembración de España y de la sociedad española. Ese alarmismo falso, por fortuna, no ha sido creído por los ciudadanos.

Otra cosa son las tensiones a las que está siendo sometido hoy el Estado. No pretendo caer en la equidistancia, pero gran parte de la responsabilidad de la fisura estatal está en el tejado del PP con su política de tierra quemada y no hacer ni la más mínima concesión, en prácticamente ningún área, al Ejecutivo.

A muchos dirigentes y militantes del PP parece darles igual que el Estado se resienta por el tipo de oposición que están realizando (judicializando la política y politizando la justicia, secuestrando los símbolos y expulsando de la idea de España a cientos de miles de personas).

No obstante, el ciudadano de a pie no dudará en dar boleto a los políticos (no a todos) que tan lamentable espectáculo están dando estos días.

Seguramente, en el interior del Gobierno, y del PSOE, se está percibiendo cómo chirrían esos goznes estatales.

En La Moncloa y en Ferraz debe estar surgiendo este pensamiento, emanado de una responsabilidad que nunca será reconocida: "Quizá sea el momento de tirar la toalla para que no se vaya a pique el Estado autonómico. A pesar de los réditos que eso le pueda reportar al PP".

Si el PSOE confía en los ciudadanos, quizá debería adelantar unas elecciones generales. Una victoria por mayoría absoluta de Zapatero cerraría muchas bocas y reforzaría, hoy por hoy, al Estado autonómico.