17.12.14
Arriba, abajo, al centro y…
¿Quién necesitaba un GPS en la Antigua Roma? Ni Dios, o sea: ni Júpiter. Hoy en cambio vivimos sin centro, sin referencia,
quizá porque… ¡Hay demasiados centros! Y porque delegamos en el GPS.
Era fácil orientarse en las ciudades del Imperio Romano: dos vías
principales formaban una cruz y estructuraban el espacio urbano, que
también era el espacio de las leyes y de la ética. Esas vías eran el
decumano (que iba de este a oeste) y el cardo (que discurría de norte a
sur). El centro de la ciudad era el punto donde se cruzaban esas vías,
ésa era ‘la plaza pública’ y así se configuraron miles de ciudades en
Europa durante siglos. De hecho esa estructura se recogió en las
ordenanzas de Felipe II en el siglo XVI y sirvió para diseñar el plano
urbano de otras tantas miles de ciudades de América Latina. Flipante, lo
sé.
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¿Existe la felicidad?
Con esta entrega se completan los 13 capítulos de la serie de minidocus ¿Existe la felicidad?, estrenados en el programa Para Todos La2, de RTVE, en septiembre de 2014
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10.12.14
Cómo mirar el retrato de la Familia Real
Se titula ‘La familia de Juan Carlos I’ y es el retrato oficial de la Familia Real, ejecutado durante casi 20 años por el pintor Antonio López.
La obra acaba de ser presentada y se expone estos días en el Palacio
Real. Al parecer el pintor definió este retrato como “poderoso y de gran
dignidad”; pero más allá de las palabras de Antonio López, toda representación del poder encierra una reflexión sobre el propio poder, e incluso un juicio.
Todos recordamos la estulticia que Goya imprimió en la cara de Fernando
VII o la vacuidad de Carlos IV. ¿Qué mensajes envía el cuadro de
Antonio López?
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3.12.14
Publicidad que insulta a tu inteligencia
Seguro que le suena a usted, astuto lector, el eslogan que reza: “No tenemos sueños baratos”. Los creadores de esa campaña para un conocido sorteo de lotería con reminiscencias cavernícolas (La Primitiva)
han decidido que ni usted ni yo soñamos con la paz mundial, con donar
dinero para proyectos benéficos o simplemente para montar un negocio e
intentar realizar una vocación. ¡No! Los creativos publicitarios
de esa campaña piensan que usted y yo queremos lo típico: un yate, una
motaza, un isla, un jet privado. Oiga, que yo quiero una vida
sencilla y sosegada. Pasear al perro, quizá tener un pequeño huerto y
poder disfrutar de un rato al día para leer… Pues no: tengo que desear
una mansión con helipuerto. A los que han diseñado esta campaña les da igual que la desigualdad sea el gran reto del siglo XXI. Un dato que reconoce incluso el Foro de Davos. Pamplinas: usted quiere lo que todo el mundo: mansión, yate, isla, jet privado. Y a callar.
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