12.4.07
Por qué a los actores se les oía...
... hasta en la última fila del teatro de Epidauro
(INFO) El teatro de Epidauro, en el Peloponeso, Grecia, ha sido desde hace siglos el paradigma de la acústica en arquitectura. Un actor situado en el centro de la escena (en la imagen se aprecia a una persona), es escuchado en todas las filas del teatro sin necesidad de micrófonos, ni de levantar la voz.
El teatro fue construido en el siglo IV a.de.C (en concreto 34 filas de asientos), y luego completado por los romanos, que le sumaron otras 21 filas.
Investigadores del Instituto Tecnológico de Georgia (EEUU), han descubierto por qué. Y no tiene nada que ver con los vientos de la zona (como alguna gente piensa), ya que a los actores se les oye aun en días sin viento alguno.
Tampoco es la pendiente sobre la ladera sobre la que se asienta.
La causa de que la acústica de Epidauro sea tan inusualmente buena es fortuita.
Los asientos de mármol del teatro forman un filtro acústico gigante, que elimina los sonidos de baja frecuencia, como los murmullos o el roce de la ropa del público.
Además, los asientos amplifican los sonidos de alta frecuencia de las voces de los autores.
Ahora bien, ¿por qué se oyen además las bajas frecuencias de los actores, y no sólo las altas?
Dicho de otra forma: ¿Por qué los asientos filtran las bajas frecuencias del público, tan molestas, pero no las bajas frecuencias de los actores?
Aquí viene la parte más sorprendente. Es nuestro cerebro el que reconstruye esos sonidos graves emitidos por los actores, y que en realidad no oímos.
Es lo que los expertos llaman "tono virtual". Es el mismo que nos ayuda a reconocer sonidos por altavoces pequeños, como los de un móvil, aunque dicho altavoz no reproduzca las bajas frecuencias.
Los griegos intentaron repetir las propiedades de Epidauro, pero nunca lo consiguieron, entre otras cosas porque usaron otros materiales para las gradas.
(Dedicado a Mr. Softie)
... hasta en la última fila del teatro de Epidauro
(INFO) El teatro de Epidauro, en el Peloponeso, Grecia, ha sido desde hace siglos el paradigma de la acústica en arquitectura. Un actor situado en el centro de la escena (en la imagen se aprecia a una persona), es escuchado en todas las filas del teatro sin necesidad de micrófonos, ni de levantar la voz.
El teatro fue construido en el siglo IV a.de.C (en concreto 34 filas de asientos), y luego completado por los romanos, que le sumaron otras 21 filas.
Investigadores del Instituto Tecnológico de Georgia (EEUU), han descubierto por qué. Y no tiene nada que ver con los vientos de la zona (como alguna gente piensa), ya que a los actores se les oye aun en días sin viento alguno.
Tampoco es la pendiente sobre la ladera sobre la que se asienta.
La causa de que la acústica de Epidauro sea tan inusualmente buena es fortuita.
Los asientos de mármol del teatro forman un filtro acústico gigante, que elimina los sonidos de baja frecuencia, como los murmullos o el roce de la ropa del público.
Además, los asientos amplifican los sonidos de alta frecuencia de las voces de los autores.
Ahora bien, ¿por qué se oyen además las bajas frecuencias de los actores, y no sólo las altas?
Dicho de otra forma: ¿Por qué los asientos filtran las bajas frecuencias del público, tan molestas, pero no las bajas frecuencias de los actores?
Aquí viene la parte más sorprendente. Es nuestro cerebro el que reconstruye esos sonidos graves emitidos por los actores, y que en realidad no oímos.
Es lo que los expertos llaman "tono virtual". Es el mismo que nos ayuda a reconocer sonidos por altavoces pequeños, como los de un móvil, aunque dicho altavoz no reproduzca las bajas frecuencias.
Los griegos intentaron repetir las propiedades de Epidauro, pero nunca lo consiguieron, entre otras cosas porque usaron otros materiales para las gradas.
(Dedicado a Mr. Softie)