19.11.14

Oigo voces (y tú también) 

“Sólo me conozco como sinfonía”, escribió Pessoa en El Libro del desasosiego. Una sinfonía es una suma de voces: una convocatoria. Así veía Pessoa su individualidad, como un coro o un parlamento, dos grandes ejemplos de convocatoria. Durante siglos en Occidente se extendió la idea contraria: cada ser humano es unívoco, tiene una única voz. La idea de que cada sujeto debe ser unívoco sin duda ha sido una excelente herramienta de control social. Por eso nos esforzamos en ser coherentes, en no contradecirnos, en no cambiar demasiado de opinión, de equipo de fútbol, de ideología… Como mucho dudamos entre el bien y el mal, entre ese ángel y ese diablo que salen en los dibujos animados intentando convencer al protagonista de que tome una u otra decisión.

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