28.10.15
El ocaso de la propiedad
La barba de Van Gogh era pelirroja. Van Gogh tenía esa propiedad: una barba pelirroja. Esperanza Aguirre conduce un Toyota blanco. Esperanza también tiene esa propiedad: un coche. Llamamos de la misma manera (propiedad)
a un rasgo físico -natural- y a un objeto -artificial-. Quizá no sea
una identificación inocente. Durante siglos los dueños (amos, señores,
etcétera), han querido defender su patrimonio como si fuera una
atribución natural o divina. Van Gogh tenía la barba pelirroja por obra
de la naturaleza o por gracia de Dios; por estos mismos motivos el
terrateniente y el oligarca defendían su derecho sobre las cosas y las
personas. En el siglo XX, tras un larguísimo proceso histórico, ese
derecho a la propiedad privada se democratizó y transfirió al resto de
individuos, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Surge
entonces el paradigma en el que hasta ahora hemos vivido: el modelo de sociedad de consumo, tal y como lo definió el filósofo Henri Lefebvre. Pero quizá esta forma de sociedad esté empezando a dar síntomas de agotamiento.
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Etiquetas: Artículos en La Marea, capitalismo, consumismo, economía, economía colaborativa, propiedad privada