17.1.05
Hay que fijarse...
...en las caras de la gente, en sus zapatos, en sus ojos. En la cercanía del vagón de Metro se establecen diálogos silenciosos entre los cuerpos, una coreografía silenciosa, una colocación estratégica de manos en las barras de sujección, una aprovechamiento óptimo del espacio, una complementación de volúmenes.
Pero a veces el que se sienta no recoge las faldas de su abrigo abierto, e invade la plaza contígua. A veces el codo de alguien invade el espacio de nuestro aliento vital. A veces es obsceno el metro, pero siempre enriquecedor...
...en las caras de la gente, en sus zapatos, en sus ojos. En la cercanía del vagón de Metro se establecen diálogos silenciosos entre los cuerpos, una coreografía silenciosa, una colocación estratégica de manos en las barras de sujección, una aprovechamiento óptimo del espacio, una complementación de volúmenes.
Pero a veces el que se sienta no recoge las faldas de su abrigo abierto, e invade la plaza contígua. A veces el codo de alguien invade el espacio de nuestro aliento vital. A veces es obsceno el metro, pero siempre enriquecedor...