11.7.07
ETA y Eliot Ness
Desde que ETA dio por roto el alto el fuego el pasado seis de junio han sido detenidos un total de 14 supuestos miembros de la banda. En España, Francia, Canadá o México, el hecho es que, con una media de prácticamente dos detenidos cada 48 horas, la organización terrorista se está desangrando. La sucesión de detenciones recuerda a la ola de redadas de la película ‘Los Intocables de Eliot Ness’, cuando los negocios y grupúsculos mafiosos van cayendo uno tras otro.
En las próximas horas o días, ETA intentará matar y seguramente lo conseguirá; pero cuando lo haga será casi más para animar a sus militantes y adeptos que para lograr infligir terror a una sociedad (la española) que ya está curada de espanto.
ETA está infiltrada. Creo que no es mucho aventurar el afirmar esto. Tengo el convencimiento de que, aunque el ministro del Interior lo niegue, la policía tiene una noción bastante precisa (no al 100%, claro) de todos los movimientos de la banda.
De hecho, el anuncio de alto el fuego (ahora parece evidente) vino motivado, más que por un ansia de abandonar la violencia, por una necesidad de tomar aire.
Ignoro si existen estadísticas sobre el tiempo medio que “dura” un miembro de ETA recién llegado a la banda, ya sea vivo, ya sea en libertad. Supongo que pocos meses. Es seguro que, hoy en día, quien entra en la banda puede tener por seguro que acabará muerto o encerrado en un breve plazo de tiempo.
Como Al Capone en ‘Los Intocables’, los más difíciles de cazar serán Josu Ternera y Txeroki, pero todo hace pensar que basta un movimiento de mano para que la cúpula de ETA caiga.
Cualquier político negará por activa y por pasiva que se esté administrando políticamente la lucha antiterrorista. Sé que me muevo en el terreno de los deseos y las conjeturas, porque no hay pruebas.
De que ETA está infiltrada por la policía hasta la médula sólo hay indicios. Son tres:
1) Los errores que los etarras están cometiendo en los últimos años (impensables en el pasado y que sólo se explican por el nerviosismo, la desconfianza y la desorganización reinantes en el seno de la banda).
2) La cascada de detenciones y la dificultad consiguiente de la banda para atentar.
3) La propia oferta de un proceso de paz por parte de la banda.
Es evidente que ETA nunca desaparecerá sólo mediante acciones policiales (quien piense lo contrario no quiere realmente acabar de raíz con la banda); pero las acciones policiales pueden convertir a ETA en un grupúsculo de mochileros paranoicos, viviendo una vida sin heroísmo ni recompensas patrióticas. Un puñado de mileuristas del terror: y eso “no mola”.
Por último, sólo cabe señalar una eventualidad: ¿alguien se acuerda de Arnaldo Otegi? Está en la cárcel y a nadie le importa (parece que ni siquiera a los dirigentes de la izquierda patriótica vasca proviolenta). Al fin.
Desde que ETA dio por roto el alto el fuego el pasado seis de junio han sido detenidos un total de 14 supuestos miembros de la banda. En España, Francia, Canadá o México, el hecho es que, con una media de prácticamente dos detenidos cada 48 horas, la organización terrorista se está desangrando. La sucesión de detenciones recuerda a la ola de redadas de la película ‘Los Intocables de Eliot Ness’, cuando los negocios y grupúsculos mafiosos van cayendo uno tras otro.
En las próximas horas o días, ETA intentará matar y seguramente lo conseguirá; pero cuando lo haga será casi más para animar a sus militantes y adeptos que para lograr infligir terror a una sociedad (la española) que ya está curada de espanto.
ETA está infiltrada. Creo que no es mucho aventurar el afirmar esto. Tengo el convencimiento de que, aunque el ministro del Interior lo niegue, la policía tiene una noción bastante precisa (no al 100%, claro) de todos los movimientos de la banda.
De hecho, el anuncio de alto el fuego (ahora parece evidente) vino motivado, más que por un ansia de abandonar la violencia, por una necesidad de tomar aire.
Ignoro si existen estadísticas sobre el tiempo medio que “dura” un miembro de ETA recién llegado a la banda, ya sea vivo, ya sea en libertad. Supongo que pocos meses. Es seguro que, hoy en día, quien entra en la banda puede tener por seguro que acabará muerto o encerrado en un breve plazo de tiempo.
Como Al Capone en ‘Los Intocables’, los más difíciles de cazar serán Josu Ternera y Txeroki, pero todo hace pensar que basta un movimiento de mano para que la cúpula de ETA caiga.
Cualquier político negará por activa y por pasiva que se esté administrando políticamente la lucha antiterrorista. Sé que me muevo en el terreno de los deseos y las conjeturas, porque no hay pruebas.
De que ETA está infiltrada por la policía hasta la médula sólo hay indicios. Son tres:
1) Los errores que los etarras están cometiendo en los últimos años (impensables en el pasado y que sólo se explican por el nerviosismo, la desconfianza y la desorganización reinantes en el seno de la banda).
2) La cascada de detenciones y la dificultad consiguiente de la banda para atentar.
3) La propia oferta de un proceso de paz por parte de la banda.
Es evidente que ETA nunca desaparecerá sólo mediante acciones policiales (quien piense lo contrario no quiere realmente acabar de raíz con la banda); pero las acciones policiales pueden convertir a ETA en un grupúsculo de mochileros paranoicos, viviendo una vida sin heroísmo ni recompensas patrióticas. Un puñado de mileuristas del terror: y eso “no mola”.
Por último, sólo cabe señalar una eventualidad: ¿alguien se acuerda de Arnaldo Otegi? Está en la cárcel y a nadie le importa (parece que ni siquiera a los dirigentes de la izquierda patriótica vasca proviolenta). Al fin.
Etiquetas: brindis al sol, cine, ETA, opinión, terrorismo