21.10.07
Para quien, como el que esto escribe, haya llegado al uso de razón con el diario EL PAÍS ya en los quioscos (una infinidad de treintañeros) y, además, venga leyendo este periódico desde hace años, descubrirá hoy, entre sus páginas remozadas, una amarga sensación de fondo, acompañada de placer un estético, de forma.
El nuevo diario nos hace pasar página. Renace de una forma en la que nosotros, sus lectores, no podemos hacerlo. Madura a los treintañeros a la fuerza (nos interpela a nosotros, nos reclama la atención a nosotros, nos grita incluso). Y quizá envejezca a nuestros progenitores. Es un periódico bello. Casi irreprochable. Inmisericorde con su viejo padre publicado ayer. EL PAÍS de ayer. El país en el que vivíamos.
En el diván, el nuevo EL PAÍS parece haber matado a un padre del que ha aprendido todas las cosas (y de las que se ha propuesto olvidar algunas).
Pero, ¿podemos decir, seguro, adiós a un país?
¿Acaso ya no hay señores poderosos que se arrodillan frente a su traje, colgado el galán de noche, para rezar antes de acostarse?, ¿acaso no existen ya sindicalistas de cuello vuelto?, ¿acaso los policías ya no llevan patillas pobladas y negro bigote?, ¿es que ya no huele la calle a comedor de colegio? Y ese libro que llevas bajo el brazo, ¿es que ya no simboliza nada para nadie?
Lo cierto es que ya no hay humo en la cafetería de la Universidad. El ‘espresso macchiato’ ha desplazado al “con leche en vaso”, y Nueva York ha tumbado a París en la liga española de las lunas de miel.
¿Dónde está ahora la amenaza? El bienestar adormece los sentidos y el éxito es el más potente anestésico. Eso lo sabe el poderoso que antes se arrodillaba a rezar ante el galán de noche y ahora conduce un Lexus.
El patrón ha colocado en nuestras mentes a su infantería. El enemigo del progreso habita en nuestro cerebro. Y no son los ojos los que ven, sino el cerebro.
El nuevo diario EL PAÍS deberá poner a disposición de los lectores todas las claves sobre ese nuevo campo de batalla, cerebral e individual, en el que luchan ahora la Acción y la Reacción. Esa lucha de mentalidades que mueve al mundo.
Porque la calle -ese paritorio de revoluciones y de represión-, la Calle con mayúsculas si se quiere, es hoy un cursor que parpadea sobre una pantalla.
Etiquetas: ego, medios, oh no: está en primera persona, opinión, política, prensa
11 Comments:
"La Calle es hoy un cursor que parpadea sobre una pantalla"
Menuda frase. Felicidades.
Y por la (auto)crítica también.
By 21 de octubre de 2007, 12:11
, atAyer compré el último El País tal y como lo he conocido siempre, por eso, porque me daba pena que fuera el último.
By 21 de octubre de 2007, 12:37
, atDigo, y vuelvo a decir... ¡Son los temas! Ya tienen el formato, bonito, sereno. Ahora... ¡los temas!
By 21 de octubre de 2007, 14:16
, atya puede espabilar, porque hace un tiempo que viene perdiendo mi confianza, por decirlo suavemente. como si te traiciona un amigo. doloroso.
By 22 de octubre de 2007, 12:52
, atGuadiana, eso es cosa de la derechización creciente, pregunta a Publio.
By urodonal, at 22 de octubre de 2007, 14:41
Diodenal se ha vuelto a picar...
By 22 de octubre de 2007, 21:15
, atanónimo, manifiéstate!!!
By urodonal, at 22 de octubre de 2007, 22:41
Tú lo has querido: mi nombre es Íñigo Montoya y me... estooo... Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir.
By 22 de octubre de 2007, 22:53
, atPerdona, pero me temo que no tengo seis dedos en ninguna de mis manos.
By urodonal, at 23 de octubre de 2007, 7:57
no tengo que preguntar a nadie, pero será un placer leer a publio. derechización (c)reciente del periódico, claro que sí. el remate ha sido el editorial del che. aunque desde el tratamiento informativo de la no renovación de la licencia a rctv ya estaba en alerta. ah, y el tema estrella: audiovisual sports. vergonzante. por poner un par de ejemplos.
By 23 de octubre de 2007, 10:17
, atte has flipado toño. Me recuerda a un sermon de un cura.
By damupi, at 23 de octubre de 2007, 18:36