23.12.10
El digitalismo va a llegar, o no. (Internet como ideología)
1. ¡Que vienen los ‘internetólatras’! (Vaya palabro)
Si tomamos un poco de distancia respecto a lo que está pasando hoy en España con la llamada ‘ley Sinde’ y la Propiedad Intelectual, si intentamos ver la batalla desde lejos, desde donde los cañonazos se oyen amortiguados (como hizo un joven Ernst Jünger en 'Tempestades de acero'), podremos determinar quiénes están en liza y, sobre todo, tras qué banderas.
Durante los últimos 15 años Internet se ha ido convirtiendo en algo cada vez más presente en nuestras vidas, y lo ha ido haciendo con un argumento imbatible: Internet es útil. No solo es útil, es que además es ‘un útil’, es decir, una herramienta. Sin embargo, son muchas en influyentes las personas que piensan que Internet es algo más.
En la mente de muchos de los hoy llamados ‘señores de la red’, Internet es una suerte de utopía de libertad donde enmendar los errores del Mundo Real ™. La Red se presenta como tal: sin cabeza, donde todo fluye sin jerarquías ni autoridad. Una especie de falansterio de la información donde el individuo puede actuar en plena libertad, con el único límite de la resistencia física del cuerpo humano y, para quien quiere, la llamada ‘netiqueta’ (la urbanidad en la Red). En este paraíso el enlace es lo único importante. Existe una mística del enlace, el link, el vínculo, el hipervínculo; esa mística deriva de su potencial infinito y, ya se sabe, todo lo que tiende al infinito seduce al cerebro humano (que se lo pregunten a Kant).
Esta concepción de Internet como algo más que una herramienta ha atraído como la miel a enjambres de personas (jóvenes muchas de ellas) identificadas vagamente con el anarquismo (aunque no sepan muy bien la diferencia entre Tolstoi y Kropotkin). También ha atraído a un nutrido grupo de anarquistas de derechas (como el banquero de Fernando Pessoa): los anarcocapitalistas, tan comunes en Estados Unidos. Estos últimos aborrecen del Estado y de cualquier estructura que intervenga en los flujos de capital.
Internet pasa así a formar parte del Olimpo que ocupan Dios, los mesías seculares (tipo Mao o el Che), el Alma, los Extraterrestres, la Patria, la Lengua, el Mercado… y todas aquellas cosas que se presentan como absolutos y que, como bien dijo George Steiner, suscitan la nostalgia del ser humano. Hoy existe gente que siente devoción y adoración hacia una herramienta llamada Internet. Son, perdón por el palabro, los ‘internetólatras’ y tienen una vertiente religiosa y otra política.
2. La religión del http://
Un ‘internetólatra’ (lo sé, suena fatal) siente algo de la pasión por la máquina de los futuristas italianos. Tiene algo de los anarquistas y su odio hacia las jerarquías. Y tiene mucho, muchísimo, de cientificismo: las líneas de programación son la lógica matemática que construye el mundo ideal de Internet. Los desarrolladores (para algunos) son escribas de un nuevo Evangelio de la información. (Léase, para ahondar en esta idea, la novela ‘Microsiervos’, de Douglas Coupland, -sí, de aquí viene el nombre del célebre blog-).
(Como es lógico no pretendo generalizar. Existen miles de desarrolladores y programadores que no se identifican con este cliché y que no participan de ningún movimiento concreto. Trabajan y ganan su dinero, generalmente poco. Y también, en muchos casos, son creadores).
La evidente dificultad y exigencia intelectual que supone programar y concebir aplicaciones no hace infrecuente cierto complejo de superioridad entre algunos de los miembros más jóvenes (o infantilizados) de este ‘ciberclero’ con respecto al resto de las personas. El universo de referencias en el que se mueven muchos de ellos tiende a dejar fuera al no iniciado, que adopatará la pose más radical y hará méritos para entrar en ese colectivo. Además, ese universo de referencias ha sido durante décadas muy impopular (en el imaginario estadounidense que hemos importado sin objeciones). Es un universo anglosajón y que se expresa fundamentalmente en inglés (de ahí la habitual resistencia de este colectivo a que se traduzcan al castellano los tecnicismos informáticos y su inclinación a emplear términos en inglés antes que sus equivalentes en español. La palabra ‘gadget’ es, quizá, el caso más representativo).
3. Los raritos (freakies)
En efecto: estamos hablando de la figura de persona rarita, estudiosa y solipsista frente al arquetipo del deportista, popular y frívolo. En nuestros días, afortunadamente, el primero ya es aceptado, pero con él (o ella) también son valorados su resentimiento y su falta de habilidades sociales. Quien antiguamente se quedaba en una fiesta poniendo discos porque no tenía éxito social hoy se puede mirar en un Dj llenapistas. Quien se apuntaba al club de ajedrez y montaba radios en su sótano hoy puede ser el juvenil creador de una exitosa puntocom…
En este colectivo los papeles están bien repartidos. Unos guardan el templo y reproducen las Escrituras, programando (generalmente son utilizados, sin saberlo, por los políticos: los que salen a predicar). Éstos últimos llevan la nueva Fe. Los partidos políticos tradicionales están desconcertados ante la irrupción de este nuevo tipo de emisario ¿son de izquierdas, son de derechas? Ya hemos visto que tienen un componente anarquista, pero representan una nueva ideología en la que cabe todo lo anterior. A esa ideología podemos llamarla digitalismo. También hemos visto cuáles son sus creencias profundas (conscientes o inconscientes, parciales o imparciales). Algunos medios de comunicación los llaman simplemente “los internautas”, algo evidentemente desacertado, porque no todo internauta es digitalista ni es un digitalista influyente (luego volveremos sobre esta casta). También a los más implicados se les empieza a llamar “activistas”.
4. La utilidad de Internet
Toda persona que lleve años utilizando Internet ha accedido a ideas digitalistas y las ha adoptado en mayor o menor medida. Me incluyo. Internet sirve para concienciar y movilizar mentes, aunque su éxito para movilizar cuerpos humanos es todavía discutible, a tenor del pobre seguimiento de las protestas presenciales.
También es ideal para la organización del trabajo y la optimización de procesos: ahorra tiempo y costes. Montar una boda es mucho más fácil gracias a la Red. Por eso las empresas, salvo si a lo único a que aspiran es a vender limonada a la puerta de casa, harían bien en servirse de todas las posibilidades que ofrece esta herramienta. Es especialmente útil para gente que trabaja con información, porque ante todo Internet es una herramienta informativa.
Pero Internet es como el mundo real, aunque no sea el mundo real. Ni mejor ni peor: hay poesía y pederastia, hay cotidianeidad y acontecimientos históricos. Es chocante la cantidad de gente que echa la culpa (o el mérito) a la herramienta cuando en realidad la culpa de lo malo y el mérito de lo bueno sigue siendo de los seres humanos.
Pero una cosa es adoptar algunas concepciones digitalistas y otra que la única concepción sea digitalista. Y existe gente así. Como buena ideología, el digitalismo puro es de derechas y la derecha se sirve de los digitalistas puros, lo sepan ellos o no (alguno lo sabe y espera que no lo desenmascaren del todo).
Porque, para que todo ese espacio utópico, que para algunos es Internet, sea posible, hoy en día existe gente real trabajando en el mundo real en condiciones de semiesclavitud. Los actuales símbolos de poder entre los digitalistas de pro (tengan buen o mal corazón, que de todo hay, como en todas partes) nacen en países donde los derechos por los que tradicionalmente ha luchado la izquierda no existen.
Ese iPhone que es la llave a un mundo ideal y que es presentado en ceremonias cuasirreligiosas por el gran pope Steve Jobs no es más que la última adaptación evolutiva del anarcocapitalismo de toda la vida. Cuando adquirimos estos productos (es inevitable), hemos de ser conscientes de esto.
A la hora de pagar por estos aparatos, el digitalista radical olvida sus escrúpulos empancipatorios y anarquistas y se arroja en manos del capitalismo tradicional. Este es su pensamiento, casi siempre inconsciente: “La máquina es respetable porque es la llave a Internet: hay que pagar por ella. Otras cosas son menos respetables y no hay porqué pagar por ellas porque ya están dentro de Internet”. El digitalista radical pagará encantado por aquello que le permita entrar en su paraíso. Una vez dentro de ese supuesto paraíso, impera la ley del más fuerte ( o eso creen).
Es decir, el digitalista radical pagará sin rechistar por cacharros y por conexiones (será raro escuchar una crítica a las operadoras de telefonía en boca de la casta de digitalistas españoles más influyentes). Casi todos los digitalistas veneran la propiedad privada y la propiedad industrial (las patentes les encantan). Los más radicales de los radicales detestan la propiedad intelectual.
5. Darwin y el #ecosistema
Los individuos utilizan la herramienta que es Internet para construir su identidad. Este magma de perfiles de internautas se articula en redes sociales (comunidades). También las empresas y otras organizaciones han empezado a construirse una identidad en Internet. La influencia de estos sujetos deriva de su número de seguidores y su número de seguidores depende, no solo (como nos hacen creer) de lo interesante de sus aportaciones intelectuales y de su contacto permanente a través de Internet con otros usuarios; su influencia proviene casi siempre de su red de amistades y de los intereses a los que sirve en el mundo real. En este ecosistema la selección natural está muy influida por el mundo real. Los casos de alguien famoso e influyente surgido de Internet y sólo por Internet son excepcionales.
Pues bien, entre estos individuos existe en una casta (ciñámonos a España) de ‘Emisarios políticos del digitalismo’ (llamémoslos Emisarios; muchos reciben el nombre de gurús, expertos, consultores, analistas. Son activos en Internet y -saben lo que hacen- también fuera de ella). No tienen ni idea de programar ni de sistemas, pero no hace falta. Su misión es llevar el mensaje de Internet como lugar donde todo fluye libremente: sobre todo el dinero (y la cultura también, claro). Estos cuadros bien formados tienen desconcertada a la clase política, y sus gestas y gestos empiezan a llegar a los oídos de los ciudadanos no digitalizados o no ‘tan’ digitalizados.
6. La representatividad de los Emisarios
En Internet, cualquier opinión que expresen estos Emisarios será amplificada por el fácil clic de miles de seguidores imbuidos (muchos de manera irreflexiva) por el propio digitalismo. Quizá esos seguidores tengan matices a lo dicho por un Emisario pero: 1) el clic de apoyo no permite matizar y 2) si quieren matizar y que se oiga ya tienen que contar, ellos mismos, con un blog y una amplia red de seguidores… algo que no será posible sin la ayuda de algún Emisario…
La actividad de esta casta ha conseguido despistar a los medios de comunicación y a la ciudadanía. Cuando a esa casta le importa algo (que todo fluya en Internet, que haya ‘libertad’ en la Red) se acaba imponiendo en las agendas de los representantes políticos y de los medios de comunicación (y cuando no se impone en estos últimos, ya pueden esperar sus responsables una acción coordinada de presión en Internet, como estamos viendo hoy).
El digitalismo se vende bien y se siente legitimado por la estructura multitudinaria de seguidores en redes sociales. Es dinámico, juvenil, atractivo, divertido. Recuerda al papel de Tim Robbins en la película ‘Ciudadano Bob Roberts’ (¿quién nos iba a decir que en lugar de un tipo con una guitarra sería un tipo con un cacharro?). El digitalismo está de moda y es mimado por unos medios de comunicación en crisis y con cierto complejo. También empresas y administraciones públicas recurren a los Emisarios para montar 'eventos', conferencias y simposios en busca de orientación. No importa si el digitalismo perpetúa viejas ideas en el mundo real, en Internet nada huele mal.
Internet oculta su carácter de herramienta por saturación: proporciona tanta información que desorienta a quien no tenga una asentada escala de valores para la vida. Pero Internet no es la información, es sólo su herramienta.
7. El internauta medio
Las maravillas que permite Internet, la suma de esfuerzos colectivos, las ideas creativas y originales, los proyectos divertidos e inteligentes, son una zona relativamente desconocida para la mayoría de los usuarios. El internauta medio navega con vagas nociones digitalistas en la cabeza (‘todo es de todos, no me controles, etc.’) y su interés principal no pasa por elaboradas y efectivas infografías ni por excelentes sesiones del llamado ‘live blogging’ o por campañas inteligentes contra la lapidación de mujeres… el internauta medio, con sus vaguedades digitalistas y su dedo de gatillo (clic) fácil, busca entretenimiento gratis.
En el mundo del entretenimiento Estados Unidos es el rey y tiene mucho que perder con la llamada piratería en Internet. Washington manda sobre todos: a unos, porque les lleva de la mano para diseñar discutibles leyes contra la llamada piratería; a otros, porque les vende sus carísimos productos tecnológicos (necesarios para acceder al entretenimiento) con suma facilidad (una facilidad de la que en buena parte es responsable el llamado periodismo tecnológico).
8. Bye, bye, cultura en castellano
Hoy la tecnología permite la autoedición y autodistribución de un libro o un disco, o una película. Un individuo, o un grupo, pueden encargarse de todos los pasos de la creación y su posterior comercialización. Pero ¿pueden hacerlo de manera sostenida en el tiempo y escapar del amateurismo?, ¿pueden hacerlo sin haber tenido previamente éxito, aunque sea relativo, en las estructuras tradicionales de creación cultural?, ¿cuánto tiempo puede el autor vivir con dignidad y sólo de la creación sin la ayuda de editores, productores, comerciales…? Y algo que a menudo pasa desapercibido: ¿Cuánto tiempo pueden subsistir los oficios anexos a la creación en un mundo en el que esta se limitara a la autoedición?: maquilladores, guionistas, técnicos de sonido, correctores de pruebas, maquetadores, diseñadores, sastres, peluqueros, encuadernadores…
No se sabe. Si a las incertidumbres que Internet ya arroja sobre el futuro de la creación cultural añadimos la competencia entre universos culturales (el área anglosajona, la francofonía, la hispanidad, etc…), ¿qué será de la creación en lengua castellana, catalana, vasca y gallega si sus autores no pueden mantener una vida digna sostenida en el tiempo y dedicada exclusivamente a crear con independencia económica? Sería bueno introducir aquí el principio de precaución y tratar de evitar que en Internet reine en este ámbito la ley del más fuerte.
Las editoriales y las productoras adelantan dinero a los creadores y estos, con esa independencia económica, pueden crear y cuestionar la realidad. Un caso claro es el de los Simpson y su constante crítica al propio canal (FOX) que emite su serie en primicia. El creador no se siente cómodo dependiendo de terceros (y muchas veces es explotado por estos), pero necesita independencia económica y, a menos que se deje la vida (o que sea funcionario), sabe que tiene que recurrir a productores y editores que, ojo, no solo intermedian, también muchas veces aportan valor añadido a la creación del autor.
9. La ley Sinde y la industria
La industria cultural en España intenta subirse tarde al carro de Internet. Los autores son las primeras víctimas de ello. Visto que estos últimos necesitan a la primera, no queda más remedio que frenar un poco el carro y dejar que la industria cultural española se suba. Pero hay que frenar el carro. No podemos permitirnos, como ámbito cultural, que toda la oferta de contenidos online sea o anglosajona o no autorizada.
La muy mejorable ley Sinde pretendía frenar ese carro y romper una circularidad: en España no hay oferta autorizada de contenidos por la abundancia de webs de enlaces y hay abundancia de webs de enlaces por la ausencia de oferta autorizada de contenidos. Necesitamos una nueva Ley de Propiedad Intelectual, reposada y al día, que ponga un palo en esa rueda y lo necesitamos para que la creación en castellano, catalán, vasco y gallego pueda competir en pie de igualdad con la creación anglosajona.
Por supuesto también necesitamos otra industria cultural. Como buenos capitalistas, las grandes discográficas y productoras aspiran al máximo beneficio económico. En España pocas veces piensan en otra cosa y los precios son injustificados. Van a tener que ganar menos y repartir más a los autores si quieren seguir ganando.
10. Los artistas, esos “millonarios”
En este país, además, la percepción que se tiene de los autores y del llamado mundo de la cultura está teñida todavía de franquismo sociológico. Los creadores son “vagos, millonarios, viven de las rentas…”. Cuatro malos ejemplos son utilizados para etiquetar a todos… Cuesta hasta entender que un autor aislado no tiene medios económicos ni tiempo para proteger su obra y que, por eso, los autores crean sociedades de gestión de derechos: un método mucho menos gravoso para ellos de velar por su propiedad.
Pensemos, en fin, en qué imagen tienen de los autores, creadores y artistas aquellos a quienes hemos denominado Emisarios y demás digitalistas radicales… A los epítetos anteriores ellos añadirían que, además, los creadores son ‘rojos’. Porque en España no se perdona que, como en otros países, algunos miembros del llamado mundo de la cultura hagan público su compromiso político. Quizá así se explique la posición del Partido Popular en estas cuestiones.
Cuando un gran Emisario del digitalismo dice la palabra libertad la llena de las mismas connotaciones que, por ejemplo, Esperanza Aguirre.
Ambos buscan lo mismo: que en una fábrica china sigan saliendo iPhones como churros y que lo que esos aparatos reproduzcan sea gratis. El patrimonio material de los ricos queda a salvo. Para los Emisarios (para la derecha que domina Internet), el patrimonio intelectual de los autores y sus familias (sean ricos o pobres) tiene que ser de todos (aunque cada ves esté más accesible mediante bibliotecas, filmotecas y otros sistemas préstamo y ayudas a la difusión de la cultura).
11. Concluyendo, que es gerundio
Pese a lo que muchos crean, Internet no es un lugar. Es una herramienta y se puede ajustar. La Red no es un nuevo mundo. Quizá llegue a serlo dentro de siglos, cuando lo físico haya quedado reducido a las funciones vitales y poco más (si es que nuestra especie, o algún híbrido, consigue sobrevivir a sus propios errores).
Los problemas de siempre son los problemas de ahora: la injusticia, el hambre, la explotación, la incultura, la superstición. Internet es una herramienta que nos puede ayudar mucho (ya lo hace) en la incompleta tarea de la Ilustración y de la emancipación como individuos, pero esa emancipación no va a provenir de Internet. Tiene que vivirse y que ganarse en el mundo real (si es que este existe, que esa es otra :-) ).
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Dedico este texto a mi padre
Etiquetas: cultura, ideología, internet, opinión, periodismo, política, propiedad intelectual
22.12.10
Golpe mortal
El Gobierno fracasa con la 'ley Sinde', que busca defender la propiedad intelectual en la Red
La llamada ley Sinde no consiguió ayer en el Congreso, tras un acalorado debate y múltiples negociaciones, el apoyo suficiente para cerrar su tortuoso recorrido, durante el cual se han ido dañando los argumentos de quienes la apoyan tal y como está concebida. Colocarla encapsulada en una disposición adicional dentro de la Ley de Economía Sostenible pareció, de entrada, una operación de enmascaramiento. Y es difícil explicar tanta prisa y atropellamiento cuando el debate y el problema llevan abiertos mucho tiempo.
Cabe pensar que las reiteradas broncas de las autoridades norteamericanas sobre la desprotección española ante la llamada piratería, y las gestiones diplomáticas desveladas con los papeles de Wikileaks, apremiaron al Gobierno, que tiene entretenida desde hace excesivo tiempo una reforma a fondo de la Ley de Propiedad Intelectual en el contexto de la sociedad digital.
El planteamiento del Ejecutivo era claro. No perseguir al internauta que realiza la descarga o disfruta en línea del contenido protegido, como sucede en Francia, sino al sitio que lo facilita. Indudablemente, la propiedad intelectual merece protección dentro y fuera de Internet. Pero la industria quiere evitar que Internet sea una herramienta de vulneración de tales derechos y quiere que se haga exclusivamente con leyes, algo que si falta capacidad de convicción no conseguirá el objetivo que buscan. Se puede cerrar webs, pero los circuitos alternativos son muchos y difíciles de cortocircuitar solo con una ley. La industria no puede pretender poner cerrojos en Internet y mantener a la vez su modelo de negocio sin tener en cuenta los cambios que se han producido.
La ley tiene dos puntos conflictivos. Uno es la desconocida composición de la Comisión, dependiente del Ministerio de Cultura, que debe examinar las denuncias presentadas por los titulares de los derechos de autor y, en su caso, tramitar el procedimiento ante la Audiencia Nacional. El segundo es el papel reservado a la Audiencia Nacional, cuyos jueces deberán resolver en cuatro días si procede el cierre de la web acusada. El juez no debe entrar en el fondo de la cuestión, sólo contemplar si la medida afecta a derechos fundamentales. Es decir, el análisis judicial del caso se pospone a la decisión posterior de otros tribunales por la vía del recurso, cuando el sitio denunciado ya ha sido cerrado. Cualquier decisión por parte de los tribunales ordinarios que se opusiera al cierre avalado por la Audiencia Nacional conllevaría una rectificación tardía y difícil de evaluar.
No tiene defensa posible un Internet libre en el que quepan conductas delictivas. El ciberespacio no debe ser ajeno al Estado de derecho, y quienes lo vulneran no pueden tener patente de corso. Pero a la vez hay que asegurar una definición clara de los supuestos perseguibles, una graduación de las sanciones acorde con la gravedad de la infracción, y un proceso con garantías cuando lo que está en juego es el cierre definitivo de un sitio.
Etiquetas: derechos de autor, internet, propiedad intelectual
21.12.10
'Ley Sinde': Juzguen ustedes
Antonio Delgado:
"La ley Sinde está pensada para para quitarse de en medio a los jueces y sustituirlos por un órgano administrativo. Si la justicia no ha dado la razón a la industria en sus demandas de cierre de páginas de enlaces, la “solución” era saltársela".
B. Lo que dice la (muy mejorable) Ley Sinde:
Proyecto de Ley(en PDF):
"1. La ejecución de las medidas para que se interrumpa la prestación de servicios de la sociedad de la información o para que se retiren contenidos que vulneren la propiedad intelectual, adoptadas por la Sección Segunda de la Comisión de Propiedad Intelectual en aplicación de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico, requerirá de autorización judicial previa de conformidad con lo establecido en los apartados siguientes.
2. Acordada la medida por la Comisión, solicitará del Juzgado competente la autorización para su ejecución, referida a la posible afectación a los derechos y libertades garantizados en el artículo 20 de la Constitución".
C. Y ahora, unas preguntas al aire:
¿Son todas las webs medios de comunicación? Buen tema para el debate
La 'Ley Sinde' no contempla el cierre administrativo de webs pero ¿hay otros casos en que una autoridad administrativa cierre empresas o negocios? Sí. Cada día. Ayuntamientos que retiran licencias a locales, inspectores de trabajo que cierran empresas...
Etiquetas: internet, opinión, propiedad intelectual
20.12.10
Si "todo es de todos...."
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Lo mínimo que podían tener es una licencia Copy Left, como este blog desde que nació...
Etiquetas: internet, opinión, propiedad intelectual
19.12.10
Versión comentada de “No a la censura. No a la Ley Sinde. No al cierre de webs"
Discúlpanos si no es esta página lo que querías leer este domingo. Seguramente vienes de otra página de Internet donde esperabas encontrar algo muy distinto. [Sí, una peli o un capítulo de una serie gratis. Que paguen los tontos]
Si así lo deseas, puedes dejar de leer ahora mismo, pero nos gustaría explicarte por qué hoy han cerrado algunas webs. Si el próximo martes 21 de diciembre algunos políticos deciden aprobar la Ley Sinde, la Internet en español que hemos conocido cambiará para siempre, y miles de páginas podrán ser cerradas desde el poder. [El "poder" ¿quién? Especifique, por favor]
A lo largo del último año, en esta página se ha publicado mucha información sobre la Ley Sinde, un proyecto de censura de Internet escondido dentro del proyecto de Ley de Economía Sostenible [¿Escondido? Está en una disposición final. Hay miles de enlaces al texto disponibles]. Te invitamos a ver los vídeos, a escuchar, a leer y a reflexionar. Cuando te hayas informado acerca del peligro para las libertades que representa la Ley Sinde, no te quedes sentado. Sal a la calle y explícaselo a todas aquellas personas que conozcas, muy especialmente a aquellas que viven desconectadas de Internet [¿Existe gente así? Qué miedo].
La Ley Sinde no nace de la voluntad del pueblo español, sino que es una imposición extranjera [Si fuera por la voluntad del pueblo español, aquí seguíamos con la Inquisición, pero bueno]. La embajada de Estados Unidos ha presionado a nuestro gobierno para aprobarla, pisoteando nuestra soberanía nacional [Ilusos, creen que tenemos soberanía nacional]. Quieren una Internet sumisa y controlable, que sea útil para convencer a la población, como los restantes medios de comunicación controlados desde el poder [Me viene a la cabeza el personaje de Mel Gibson en esa peli de conspiranoias]. No quieren que la gente comparta información, no quieren que sepamos quién mueve realmente los hilos [Ulular terrorífico en mi mente], no quieren que sepamos cómo se enriquecen empobreciendo al resto de la población [He perdido el hilo. Veo un tocino corriendo a toda velocidad]. Quieren una red esclava desde la que vendernos su visión del mundo [Mi visión del mundo es que quiero bajarme, pero ya y de gratis, la cuarta temporada de Mad Men].
Hubo una vez un hombre que creyó en la paz y en la libertad, y que murió asesinado. Se llamaba Mohandas Karamchand Gandhi, y se enfrentó a un imperio con una primitiva herramienta: su rueca de hilar [Creo que es un tipo que salía en Heroes. El padre científico del indio este tan guapo]. Pronunció estas palabras: "Si trescientos millones de personas hilaran una vez por día, no porque un Hitler se lo ordenara, sino porque se inspiraran en el mismo ideal, tendríamos una unidad de propósitos suficiente para alcanzar la independencia."
Mucho más de trescientos millones de personas están tejiendo cada día esta inmensa red de intercambio de conocimiento que se llama Internet [Yo más que intercambiar conocimiento pincho en un enlace y me bajo algo por la cara]. Millones y millones de personas compartimos información a través de redes abiertas. Hemos creado una cultura y tenemos un objetivo común y universal [¿Que yo he creado qué? ¿Cultura? Puaj. Me tengo que duchar, me siento sucio] Todo eso puede cambiar a partir del próximo martes. La Ley Sinde es una tijera que permite cortar los hilos que mantienen viva Internet [Que le van a cortar la wifi a mi vecino ¿y cómo me conecto entonces?], una red que debe seguir siendo libre y neutral, como instrumento de progreso, paz y libertad.
Ayúdanos a seguir tejiendo. Sal a la calle, explícaselo a tus vecinos, a tus amigos, a tus compañeros de trabajo. Y discúlpanos por haberte estropeado este domingo, pero lo hacemos para que puedas disfrutar en libertad [de bajarte series gratis] del resto de tus domingos. Muchas gracias.
Lee aquí el texto original
Etiquetas: derechos de autor, humor, internet, propiedad intelectual
2.6.10
Los 10 prejuicios del que se lo baja todo
Más allá del debate sobre derechos de autor (sobre el asunto ya he dejado clara mi opinión en varias ocasiones), voy a repasar ahora lo que, consciente e inconscientemente, bulle en la cabeza de algunos que se lo bajan todo:
1. Cualquiera puede hacer canciones, libros o películas
2. Todos los artistas son millonarios
3. Hacer música, películas o libros no es trabajar. Los artistas deberían buscarse un trabajo de verdad y, en su tiempo libre, crear
4. Los productos culturales son demasiado caros. Otras cosas más caras (un ordenador portátil, por ejemplo), no me parecen tan caras.
5. Las bibliotecas públicas y filmotecas, donde la cultura prácticamente es gratis, son caras (aunque nunca he ido a una)
6. Los artistas se pasan la vida en fiestas, viajando y conociendo a gente famosa, que se jodan si me bajo sin autorización su obra
7. La cultura debe ser gratis porque no tiene valor, no es tan importante
8. Bajarse contenidos sin autorización es progre
9. Ser artista no es una actividad respetable
10. No va a dejar de producirse cultura porque yo, y otros millones de internautas, nos bajemos sin permiso las obras de los artistas
Etiquetas: derechos de autor, internet, propiedad intelectual
4.12.09
Manel lo dice mejor
Etiquetas: blogueros, derechos de autor, propiedad intelectual, viñetas
2.12.09
Casi estoy de acuerdo
9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
¿"Orientada a su fin" quiere decir a que desaparezca la propiedad intelectual?, ¿o quiere decir "a su finalidad" u "objetivo"?
La propiedad intelectual es indestructible. Uno es autor de lo que crea, lo quiera o no. Otra cosa es cómo se retribuye esa creación. Podemos engolfarnos en el debate de si uno es "dueño" de lo que crea. Parece que si uno fabrica ordenadores, uno es dueño de ellos y cobra por ellos. Ahora, si fabricas ideas, tienes que regalarlas por cojones... No lo tengo claro, la verdad.
En cuanto a lo de promover el dominio público, también estoy de acuerdo, aunque en mis prioridades está que se promueva primero el dominio público del patrimonio de los Botín y asimilados.
Lee aquí el "Manifiesto: En defensa de los derechos fundamentales en Internet".
Etiquetas: derechos de autor, intenet, opinión, propiedad intelectual